Resultado de imagen para somos de la tierraEl error consistió en creer que la tierra era nuestra cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la tierra” – (Nicanor Parra)

Con estas palabras Parra nos acerca a la convivencia entre naturaleza y seres humanos. Una convivencia desigual donde los seres humanos se apropian de manera irrespetuosa de la naturaleza, entorpeciendo el sigiloso y sabio andar de ésta.

La naturaleza es invadida con una sobre-explotación de la tierra, dejando al paso banderas que marcan la apropiación de los seres humanos sobre la naturaleza. Con ello, proliferan los mensajes que versan acerca del crecimiento, desarrollo y globalización, consolidando de esta forma una racionalidad económica que ignora a la naturaleza y a la cultura.

La competitividad, el individualismo y la constante búsqueda por la superación de lo tradicional a lo moderno forma parte del actuar económico de las personas hacia la naturaleza.

Estas características de la racionalidad económica han llevado a los seres humanos a transitar desde una relación «con la naturaleza» hacia una relación «sobre la naturaleza». Y es sobre la naturaleza porque conocemos y actuamos sobre ella, situándola como un “otro” diferente y desanclada de la vida humana.

Este desapego prematuro entre la relación seres humanos y naturaleza cambia la convivencia en las sociedades modernas, marcadas por la sobre-economización de diversas dimensiones del comportamiento humano.

En las sociedades capitalistas la naturaleza comienza a adquirir un valor de cambio; en tanto como recurso y como medio para alcanzar lo que Boisier señala como el paraíso perdido de la humanidad, el desarrollo. La sobre-economización se valida en las relaciones sociales capitalistas, llevando a una homogenización de patrones de producción y consumo contraria a una sustentabilidad del mundo basada en la diversidad ecológica y cultural [1].

Aunque el paso de los años en los humanos sean pequeños segundos de la naturaleza, las marcas de la sobre-explotación de la naturaleza son patentes y no se compara con los pocos años de poblamiento humano.

Si pensamos sobre nuestro actuar económico diario en un contexto de crisis ambiental [2], donde se rompen los lazos entre naturaleza y cultura, tendríamos que aceptar primeramente el error que nos advierte Parra respecto a creer “de que la tierra era nuestra”, para luego reconocer de que los seres humanos “somos de la tierra”.

Estos dos primeros pasos acerca del cómo pensamos el actuar económico cotidiano puede ayudarnos a construir y re-significar la convivencia con la naturaleza, cuyo primer objetivo sería la construcción de una relación basada en la reciprocidad entre naturaleza y seres humanos.

En acto seguido viene la renuncia a la sobre-economización que hoy lideran los discursos desarrollistas de países e instituciones con objetivos de homogenizar los comportamientos humanos, entre ellos, los económicos.

En el momento de ser conscientes sobre el mensaje de Nicanor Parra, dejaremos de ignorar a la naturaleza y la cultura. Dejaremos de pensar en la existencia de la naturaleza como un mero recurso para la existencia humana. Construiremos formas de vidas sustentadas en la diversidad
cultural y el diálogo de saberes [3].

El punto de inflexión ya está a la vista, reconocer el error y re-significar la convivencia entre naturaleza y seres humanos, abrir los diálogos críticos sobre nuestro actuar económico puede ser un comienzo.

Por: Javier Muñoz Urbina –

Campo de Energía de la Economía del Bien Común,

Región de Los Lagos

Textos visitados
[1] Leff, 2005. “La geopolítica de la biodiversidad y el desarrollo
sustentable”.
[2] Leff, 2006. “Complejidad, racionalidad ambiental y diálogo de
saberes”.
[3] Leff, 2011. “Diálogo de saberes, saberes locales y racionalidad
ambiental en la construcción social de la sustentabilidad”