Cacique Mulato, la última Cooperativa ganadera del país que se resiste a desaparecer

Corre la Reforma Agraria y la incertidumbre galopa por la estepa de coirón. Pasar de peón a jefe y a dueño de la tierra ni en el mejor sueño parece posible. Algunos, creen; la mayoría, no. El año 1966, el Estado abre la esperanza y expropia las primeras 330 mil hectáreas en la entonces provincia de Magallanes, la mayoría corresponde a concesiones otorgadas a extranjeros, a esa fecha ninguno está en el país.

Pedro Sánchez Parra (40), hombre llano, responsable, amante del trabajo riguroso y de animar fiestas con su acordeón tenía confianza, por eso su rudeza se quebró en tímidas lágrimas cuando recibió el año 1967 su título de dominio. Pasó de una vida nómada, a forjar un destino común, junto a otros diecinueve socios, todos campañistas, puesteros, y peones de estancia. El Estado les asignó 23 mil hectáreas que correspondían a la estancia Bellavista.

Al lugar los beneficiados llegaron con sus familias, gallinas, perros, chanchos, y algunos pocos caballos, repartiéndose los sitios en sorteos organizados por ellos mismos, y ocupando las pocas casas disponibles que habían sido propiedad de la familia Arnaud, propietarios anteriores radicados en Francia.

Así, en medio de la pampa tapizada del coirón amarillento, a 100 kilómetros al norte de Punta Arenas, nace la Cooperativa Ganadera Cacique Mulato, en homenaje al último gran jefe de los Tehuelches, indígenas pedestres que reinaron en el sur de la Patagonia.

Todos los asociados trabajaban en el campo, ninguno había terminado el colegio, pero sí tenían práctica de arreo, manejo en el cuidado de animales, adiestramiento de perros, esquila y todo lo necesario para mantener y mejorar la producción de la estancia.

“Hay ovejeros y ovejeritos, porque el que sabe siempre cuida a sus perros, está atento a los animales y se adelanta a los problemas”, solía decir Pedro Sánchez, uno de los fundadores, refrendando la idea de que entre los socios había puros “ovejeros” que conocían a la perfección su oficio.

Organización y trabajo

El punto de encuentro era el galpón de esquila, construcción labrada a pura hacha. Ahí se hicieron las primeras asambleas que lideró Eleodoro Sotomayor, el primer presidente de la Cooperativa Cacique Mulato, y en ese mismo lugar recibieron al Presidente Eduardo Frei Montalva, en su primera visita oficial a Magallanes el año 1969.

En las primeras reuniones trazaron la hoja de ruta y acordaron que cualquier socio que se retirara de la cooperativa, lo perdía todo. Luego, “apretaron cinturón” y pagaron en la mitad del plazo sus deudas, nunca pidieron un crédito y cuando un afiliado fallecía o pasaba cierta edad, la familia debía contratar un trabajador en reemplazo.

Las faenas eran tan duras y extensas que ninguno de los socios quería que sus hijos repitieran su estilo de vida. De ahí que la escuela fue prioridad. Quedó ubicada a pocas cuadras del galpón de esquila y el matrimonio de profesores: Juan Sarabia Ritter y Gloria Divasto Prieto, se hicieron cargo de la enseñanza. Aprendían los hijos, pero también algunos socios llegaban hasta las dos pequeñas salitas de la escuela G-35.

Todas son historias que cuentan con orgullo los hijos y descendientes de los fundadores, porque de los veinte socios iniciales, sólo dos quedan vivos, pero están alejados de las faenas hace varios años.

“Nuestros padres no querían que siguiéramos, pero a nosotros nos gustó el campo y estamos orgullosos del legado que nos dejaron. Fuimos la primera cooperativa en constituir una directiva con los hijos de los socios y el bien que nos dejaron nuestros padres lo hemos mantenido e incluso mejorado con innovaciones. Y gracias a Dios, hoy tenemos una cooperativa saneada y sin deuda”, dice Carlos Fajardo (57), hijo de uno de los socios ya fallecido y que hoy preside Cacique Mulato.

Pedro Sánchez hace más de doce años falleció, pero su legado todavía lo rememora con emoción su hijo. “Fui afortunado, viví y estudié en el campo, mi hermana mayor tuvo que estar en Punta Arenas con familiares mientras mis padres trabajaban por distintas estancias, así era antes de la Reforma, a otros hijos de puesteros les tocó estar internado. Por eso, creo que tuve suerte y me tocó vivir de niño en Cacique Mulato. Creo que es muy difícil que se vuelva a repetir un proceso igual en el país”, dice Mauricio Sánchez (58).

Hoy la cooperativa tiene una directiva de cinco personas, todos hijos de los socios fundadores y durante el año se mueve con diez trabajadores permanentes, a los que se suman 25 más durante los periodos de esquila, arreos y ventas de animales. Los que llegan siempre son hijos, nietos, yernos y bisnietos.

“Que esté pagado y estemos trabajando con éxito tiene un gran valor. Todo lo que lograron nuestros padres fue en base a la unión de ellos y su trabajo, y al apoyo de instituciones del Estado que los acompañaron en el proceso de reforma. No sé si ellos le tomaron el real precio a todo lo que construyeron, pero nosotros sí”, asegura Cristián Márquez (35), hijo del socio José Márquez.

26 mil ovinos, procesos de certificación de la lana y ventas de más de 120 mil kilos de vellón consolidan el éxito de la última cooperativa que se mantiene del período de la Reforma Agraria.

“En estos tiempos que corren cuesta mucho que algo así vuelva suceder. Los viejitos nunca imaginaron que sus hijos iban a seguir. Ellos, no querían que sus hijos trabajaran acá, querían que tuvieran estudios. Y hoy la paradoja es que tienen estudios y trabajan acá”, dice Juan Quezada (56), yerno del socio Francisco Gómez.

La contra reforma de la dictadura y los terremotos blancos, con muerte de animales asoman como los períodos más difíciles y oscuros de la cooperativa.

“Con el golpe militar desaparecieron todos los organismos que acompañaban a la cooperativa e incluso algunos funcionarios públicos que eran de la Cora o Indap fueron detenidos. Entonces había un trabajo bien cercano con los funcionarios públicos, ellos tenían un compromiso y cariño enorme con lo que hacían”, recuerda Mauricio Sánchez.

Cooperativas ganaderas creadas en Magallanes

Bajo el liderazgo de Frei, el Estado expropió las estancias Wagner, Peckett Harbour, Punta Delgada y Bellavista. En total, 330 mil hectáreas que dieron vida a seis cooperativas campesinas: Cacique Mulato, El Ovejero, Estrecho de Magallanes, Ciaike, Bernardo O’Higgins y Cañadón Grande, a los que se agregó Timaukel, formado en la antigua estancia Cameron en Tierra del Fuego.

Hoy, la única cooperativa vigente de los tiempos de la Reforma Agraria es Cacique Mulato, las otras fueron vendidas por los asociados y descendientes a distintos empresarios.

Fuente: laprensaaustral.cl