CHILE 2030 UNA ESTRATEGIA PARA EL AGUA Y LA DESALACION

 

Si  todo el incremento del consumo minero se abasteciera con agua de mar se debería  aumentar la provisión de 1,3 a 15 m³/seg.

Una de las fuentes hídricas donde Chile tiene ventajas inigualables es la desalinización de agua de mar. La larga  extensión costera y la angostura de nuestro territorio nos dota de una  ventaja geográfica incomparable: prácticamente ningún pueblo está a más de 150 km de la costa en línea recta. Asimismo, la zona norte posee una de las más altas radiaciones solares del planeta para generación de energía solar. Chile debe colocarse a la  vanguardia del conocimiento e investigación en desalación y generación  solar.

El consumo humano y los nuevos proyectos mineros requerirán de  agua desalada. Esto se debe anticipar,  estimar la demanda, definir los proyectos, planificar el uso del territorio y revisar  la normativa legal para regular y coordinar. Hoy la autoridad resolutiva  es Directemar, dependiente del ministerio de Defensa, que aprueba la concesión de terrenos en el borde costero y el uso de agua de mar, con criterios que poco tienen que ver con los escenarios futuros.

A comienzos de 2016 ya se han otorgado  16 concesiones marítimas para la instalación de plantas de desalinización y están pendientes otras 16. Proseguir  de esta forma desembocará en una  fragmentación del borde  costero, con plantas de tamaño inadecuado, tuberías en exceso, sobreinversión, costos y precios más elevados y por tanto subsidios públicos indeterminados para el consumo humano. Además, se arriesga un daño ambiental y estético.

La Corporación Chilena del Cobre (Cochilco, Recursos Hídricos en la Minería del Cobre, Sergio Hernàndez, 2015) ha estimado que la minería utiliza actualmente  cerca  de 13 m³/seg,  de los cuales cerca de  un 10% es  proveído por agua de mar. En uno de sus  escenarios se estima una demanda de 27 m³/seg en 2025.

¿De dónde obtener esta agua? Si  todo el incremento del consumo minero se  abasteciera con agua de mar (más o menos desalada, dependiendo de la tecnología)  se debería  aumentar la provisión de 1,3 a 15 m³/seg. Ejecutar los  proyectos necesarios plantea desafíos de financiamiento,  localización, costo de la energía, y  tratamiento de la salmuera para evitar el daño ambiental. Es posible hacerlo, en coordinación con las mineras, siempre que se establezca una política pública nueva. Y una nueva institucionalidad.

Para corregir la actual dispersión institucional, tres nuevas  opciones son posibles. Una es operar a través de las empresas sanitarias, autorizándolas a instalar plantas desaladoras, con un subsidio del Estado  si hubiera un  mayor costo para el consumo humano. También podría invertir el Estado  a través de la empresa pública Econsa y entregar la operación en concesión a la sanitaria.  En tal esquema el agua  no se podría vender para otros usos (minería por ejemplo), salvo que se cambie la  ley que regula a las sanitarias.

La segunda opción es utilizar  el sistema de concesiones del Ministerio de Obras Públicas y dejar en este ministerio la responsabilidad de planificar y decidir. Se puede llamar a licitación la construcción y explotación de plantas bajo condiciones regladas. Las  plantas son estatales y se licita  su gestión a un privado, al igual que una autopista o un aeropuerto. El operador privado gestionaría y se financiaría mediante la venta del agua en condiciones negociadas con el Estado. La  tercera formula es crear por ley una empresa pública de desalinización de agua de mar. El reciente ejemplo de ENAP, autorizada por ley a generar y distribuir electricidad,  es una buena referencia. Tal empresa, por encargo del Estado, puede implementar una política nacional, asociarse o licitar a privados, desarrollar  ingeniería e investigación para dar a Chile preeminencia internacional en este sector.

Actividades estratégicas como energía y agua  no pueden quedar únicamente libradas a la lógica del mercado, ni  menos sujetas a decisiones de empresas internacionales que podrían actuar con objetivos distintos a los de  la comunidad chilena, en áreas que comprometen la seguridad nacional.

Para tomar la delantera en áreas cruciales para el desarrollo nacional se requiere asociación pública privada, formar gente, disponer de financiamiento, impulsar  investigaciones, asociarse con empresas nacionales y extranjeras y desarrollar una capacidad nacional. Para ello se necesita un Estado capaz de tomar riesgos y acometer  iniciativas de mayor envergadura, que el sector privado no asume ni puede asumir sin dirección pública.  Tal es a futuro el caso  del agua, y también de la energía solar.

Sergio Bitar

FUENTE: ESTRATEGIA