Comercio Justo: «Idealismo que cambia vidas»

Idealismo que cambia vidasEn España los datos de consumo anual de comercio justo son 17 veces menores que la media europea. El comercio justo a día de hoy no puede cubrir todas nuestras necesidades como consumidores, pero cuanto mayor sea la demanda expresada surgirán nuevas ofertas que irán cubriendo los huecos que hoy en día existen.

Siempre me he considerado una idealista. Quiero pensar que lo soy sin llegar a esa acepción psicológica en la que se considera que el idealismo a veces hace perder la visión de la realidad. Mi idealismo, quizá con alguna pizca de ingenuidad, me lleva a pensar que la mayor parte de las personas solemos actuar mal o erróneamente por desconocimiento.

Este principio vital, que forma parte de mi personalidad, lo aplico también en mi trabajo. Llevo 12 años, exactamente en este mes de abril, trabajando en sensibilización sobre el comercio justo.

El comercio justo es un sistema que intenta favorecer la posición de quienes están en los últimos eslabones, reequilibrando desigualdades y procurando que más personas tengan mayor acceso a las oportunidades que el comercio genera. Es un sistema basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible, ofrece mejores condiciones comerciales y asegura los derechos de las personas trabajadoras más vulnerables.

Estos años dedicados a conocer esta forma de comerciar y las historias de vida que existen detrás de cada producto de comercio justo, me hacen pensar que si cualquier persona sensible, con poder de consumo, conoce esta alternativa comercial identificará que tiene a su disposición una potente herramienta de desarrollo para ejercer un consumo justo y sostenible que cambia vidas. Que incluso marcando tendencia, podría conseguir presionar a gobiernos y empresas de cara a conseguir políticas comerciales justas y todo eso ejerciendo su poder como consumidor, consumiendo.

Hace tan solo una semana se cumplió el cuarto aniversario del derrumbe del Rana Plaza en Savar, Bangladesh donde 1.134 personas que trabajaban confeccionando ropa para diferentes marcas internacionales, algunas de ellas también españolas, perdieron la vida. Este hecho dejó en evidencia que la ropa que vestimos en Occidente esconde explotación e inseguridad laboral. Quiero creer que a muchos consumidores nos hizo plantearnos en qué condiciones se produce las prendas que vestimos. ¿Otra vez mi idealismo? Espero que no sea mi toque de ingenuidad lo que me hacen llegar a esta conclusión.

Si a este terrible suceso, como ejemplo, le sumamos que existe una alternativa real, como lo es el comercio justo, para combatirla, como no vamos a tenerlo en cuenta a la hora de realizar nuestras compras.

Por suerte el idealismo se convierte en realidad cada vez más firme, como nos muestran las cifras de incremento de ventas de comercio justo.

En España los datos de consumo anual de comercio justo son 17 veces menores que la media europea. Según el informe de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo de 2015, una persona media en Europa invierte 12,43€ anuales en comercio justo, y una española 0,75€ anuales. Queda mucho camino por recorrer, pero el aumento de las ventas indica que cada vez más personas se preocupan por los productos y la ropa que llevan. Son conscientes de que su elección a la hora de comprar afecta a las personas que los producen o fabrican y al medio ambiente.

El comercio justo crece. A nivel mundial las ventas aumentaron un 16% en 2015 respecto a 2014, llegando a 7.300millones de euros, según el informe de Fairtrade de 2016. La llamada “Prima de comercio justo”, que se refiere a una suma de dinero adicional que se pacta y reciben las organizaciones productoras de comercio justo para invertir en la comunidad, aumentó más de un 30% en 2015 con respecto a 2014.
En España también han crecido las ventas, un 6% en 2015 respecto a 2014. Si miramos las cifras desde el año 2000, la realidad es que el comercio justo no ha parado de crecer pasando de 10 millones de euros en el año 2000 a casi 35 millones de euros en 2015 según datos de la CECJ. El crecimiento ha sido a un ritmo casi constante incluso en los años de crisis económica, en los que nuevos consumidores y consumidoras se sumaban al mercado del comercio justo.

La satisfacción que estas cifras me provoca es más cuando pienso que puedo sentirme partícipe de las mismas, ser parte de un cambio que se produce con el activismo de unas muchas personas que con su compra, reivindican y se rebelan contra las malas prácticas del comercio convencional.

El comercio justo se establece sobre unas bases de igualdad y transparencia. Ofrece condiciones de trabajo legal, seguro y saludable para las personas, con una remuneración ventajosa. Estas características cobran especial significado cuando hablamos del sector textil y de la confección donde por una camiseta, la persona que la produce, cobra casi 13 veces más que si lo hiciera para el comercio convencional. La campaña “No les rebajes” de Oxfam Intermon hace especial hincapié en este sector, apostando por un modelo de producción, comercialización y consumo sostenible y responsable que pone a las personas en el centro de las decisiones.

Es también una realidad que el comercio justo a día de hoy no puede cubrir todas nuestras necesidades como consumidores, pero cuanto mayor sea la demanda expresada surgirán nuevas ofertas que irán cubriendo los huecos que hoy en día existen. No hay mayor indicador para las empresas que una creciente demanda para identificar que hay posibilidades de negocio, en este caso justas y sostenibles para todas las personas que formamos parte de la cadena de comercialización partiendo de las personas productoras y llegando a nosotros como consumidores, ya que pagaremos un precio justo por un producto de calidad, que nos llevará a compensar entre otras cosas un progresivo deterioro de la calidad y durabilidad de los productos.
Con ello no necesitaremos contribuir a esa obsesión consumista en la que parece que nos vemos envueltos y que nos hace pensar que necesitamos tener mucho de todo. Podemos invertir nuestro dinero en lo que consideremos realmente necesario. Podemos tener en cuenta más variables que no harán otra cosa que incrementar nuestra propia satisfacción como consumidores.

El cambio puede ser tan significativo que si no sois idealistas quizá no podáis imaginarlo a día de hoy. Yo que me dejo llevar por el futuro, eso sí marcando pasos en el presente, no solo lo deseo sino que lo veo, y pretendo seguir formando parte de este cambio. Las cifras nos dicen que no soy la única, ¿te unes?

En cualquier momento del año, tu compra puede ser directamente decisiva para miles de personas trabajadoras que accederán a medios de vida sostenibles. Indirectamente millones de personas mejoraran sus condiciones de trabajo, ya que una creciente demanda por el comercio justo hará que se mejoren las cadenas convencionales de aprovisionamiento. Y esto es solo una parte de lo que podemos conseguir apostando por un comercio justo.

Llámame idealista.

Susana Pérez     Oxfam Intermón en Castilla y León

Fuente: Elsalmoncontracorriente.es