Cooperativa Loncofrut: ”La asociatividad hay que cultivarla igual que a una fruta”

Formar una cooperativa es un trabajo largo y difícil. Hay que aunar muchas voluntades y enfrentar las dificultades que se van presentando en el camino. Pero la recompensa de un trabajo exitoso es inigualable y motivo de orgullo. Así lo refrenda María Luisa Aburto, integrante del Consejo de Administración de la Cooperativa Loncofrut, creada en noviembre de 2012 y que cuenta con 56 socios (21 mujeres), productores de frambuesas de variedad Meeker de la comuna de Loncoche, en la Región de La Araucanía.

María Luisa, quien expuso la experiencia de esta cooperativa en la Expo Chile Agrícola 2018, sabe lo que es el esfuerzo. Siendo joven se trasladó desde su natal Loncoche a Santiago para trabajar de empleada puertas adentro. Luego terminó su enseñanza media en un liceo nocturno, estudió peluquería, trabajo en un salón de belleza de Vitacura y fue madre de dos hijos, Álvaro y Marco Antonio, con quienes regresó a su tierra para acompañar a sus padres ancianos, hoy fallecidos, y convertirse en agricultora.

Nerviosa, pero segura y elocuente, contó que el principal beneficio de formar una cooperativa es que se resuelve el tema del precio y venta de los productos, en este caso los berries. “Cuando se trabaja en forma individual todo es complicado, engorroso, y prácticamente no se puede negociar con los poderes compradores, uno queda a merced de las inestabilidades del mercado”, afirma. Recuerda que, antes de agruparse, producir un kilo de berries les resultaba más caro que lo que obtenían de su venta.

Otros aspectos que destaca son que pueden comprar insumos agrícolas a mejor valor, crecer más rápido, obtener créditos en mejores condiciones y optimizar sus sistemas productivos. En el plano social, reciben asesoría personalizada, crece el capital de los socios y no están solos, ya que trabajan en equipo, como una familia, se apoyan entre todos, incluso en la enfermedad, y prima la solidaridad, la unión campesina.

¿Cómo se consigue esto? La respuesta de María Luisa es tan simple como sabia a la vez: “Hay que cultivar el espíritu cooperativista igual que a una fruta”.

En su exposición, la productora contó que los inicios de la agrupación datan de 2010, cuando 120 productores se unieron en torno a un Nodo-Corfo, con apoyo del municipio de Loncoche. El 2011 les tocó bailar con la fea, por la sequía, la erupción del Cordón Caulle y el bajo precio de la fruta ($500 el kilo). Al año siguiente las cosas comenzaron a ir mejor con la formación de la cooperativa, donde al final quedaron 56 socios, que suman alrededor de 80 hectáreas de huertos familiares. A muchos no les acomodó la figura y prefirieron seguir el camino individual.

Con INDAP y Sercotec como principales aliados, la organización construyó galpones de acopio y cámaras de frío, hizo iniciación de actividades en el SII, sus dirigentes se capacitaron y realizaron giras para conocer las experiencias de otras cooperativas, como Coopeumo, Loncomilla y Amuley. En 2015 vendieron las primeras 110 toneladas de frambuesa a la empresa Dukraft, que exporta a Europa bajo la modalidad de comercio justo (Fair Trade). Hoy le venden 150 toneladas.

En 2016 comenzaron a trabajar con el Programa de Asociatividad Económica (PAE) de INDAP, ampliaron sus cámaras de congelado y vendieron 180 toneladas de frambuesas. En 2017, con el Programa Alianzas Productivas -que a juicio de María Luisa es “una universidad del campesino”-, adquirieron asesoría propia. También comenzaron a prestar servicios agrícolas tecnificados y de contabilidad y abrieron un local para la venta de agroinsumos.

Los planes de Cooperativa Loncofrut hoy son contar con transporte para sus productos, mejorar su maquinaria, contar con mano de obra calificada, elaborar procesados, contar con un huerto de propagación de plantas “y convertirnos en nuestra propia exportadora de berries”, afirma ya con toda seguridad María Luisa.