Cooperativas de mujeres capacitan en fabricación de cocinas solares

Una cocina solar cuesta 250 dólares.

Grupos de mujeres de dos comunidades rurales del país están cambiando el paradigma del medioambiente al fabricar tecnologías para obtener energía renovable. En los pueblos de Sabana Grande, del municipio de Totogalpa, en Madriz, y Catarina, en Masaya, hay dos cooperativas de mujeres que han consolidado empresas que fabrican paneles y cocinas solares.

Estas iniciativas son consideradas por expertos como dos escuelas de transferencia tecnológica que revolucionan el consumo de energía. Suyen Córdoba, directora de la Direccion de Fuentes Alternas de Energía (DFAE) de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), alma mater que vio nacer uno de estos proyectos, aseguró que la experiencia de las mujeres de Totogalpa y Catarina se replica en otras comunidades actualmente.

Por ejemplo, 20 mujeres del pueblo de Santa Rita, en Niquinohomo, Masaya, son capacitadas para que puedan hacer paneles solares y cocinas mejoradas o ecofogones, reveló Córdoba. El propósito es que lleguen a consolidarse como las mujeres de Totogalpa.

Mujeres del sol

La idea de Mujeres Solares de Totogalpa nació en 2004, pero hasta 2013 se constituyó como cooperativa. Córdoba reveló que la UNI lo impulsó con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las mujeres rurales.

Este proyecto “fue apoyado por el Gobierno de Canadá e Hivos. Nos interesamos en hacerlo en la parte norte del país porque eran donde estaban los más afectados por la minas que quedaron después de la guerra y porque en la parte norte predomina la idea de que las mujeres solo sirven para la cocina”, afirmó Córdoba. “Iniciaron con 12 mujeres y se han sumado más, hasta llegar a 22. “Iniciaron fabricando cocinas solares y después paneles solares artesanales. Actualmente cuenta con un restaurante solar, tienen un biodigestor y elaboran carbón”, detalló la directora del DFAE.

Reciben a estudiantes extranjeros que vienen a aprender lo que ellas hacen.

¿Cómo lo hacen?

Córdoba relató que un extranjero les enviaba celdas solares y después la ensamblaban en marcos de maderas. Luego les enseñaron de voltaje, potencia y watt. Ahora buscan sus materiales.

“Ellas elaboran paneles solares de 60 a 80 watts. Generalmente sirven para la iluminación, ver televisión y cargar teléfonos celulares”, precisó Córdoba.

Las cocinas solares las hacen con madera y son una especie de caja que se forra con materiales aislantes. Funciona a través de la transferencia de calor, radiación, conducción y convección, mediante una lámina de zinc.

El restaurante solar funciona con un biodigestor, que proporciona gas metano, cocinas solares y ecofogones.

Finca solar

María Mercedes Álvarez es presidenta de la Fundación Proyecto Solar para Mujeres Nicaragüenses (Fruposomunic) que opera en Catarina. Según Álvarez, desde 2004 han construido 900 cocinas solares.

Su organización tiene una finca solar demostrativa y está conformada por 8 mujeres. Su manera de  trabajo es que eligen a una cantidad de mujeres, en promedio 10, de comunidades de Granada, Rivas y Masaya y las capacitan al menos una semana para construir las cocinas solares. Ellas dan 35 dólares para comprar los materiales y hacer sus cocinas.

Una cocina solar vale 250 dólares. Según Álvarez, esta cocina más lento, pero a las 8 de la mañana en un día con pocas nubes, puede alcanzar los 100 grados centígrados. Se puede cocinar arroz, frijoles, vegetales, maíz y carnes.

La presidenta de la Finca Solar reveló que ella visitó a las Mujeres Solares de Totogalpa, en 2004 y ahí se inspiró.

También hacen cocinas mejoradas que utilizan una mínima cantidad de leña. Pueden cocinar con rajas de leñas del grosor de un lapicero. Esto ayuda a que no utilicen demasiada leña y no generen humo dentro de las cocinas para no perjudicar la salud.

Ejemplo a seguir

Javier Mejía, coordinador de energías renovables del centro Humboldt, que pertenece a la Red de Género y Energía de Nicaragua (Rige), explicó que la energía primaria, la que se toma directamente de la naturaleza, proviene del uso de leña o carbón en su gran mayoría. “Las mujeres de Totogalpa y otras cooperativas son un ejemplo, no solo en el país sino a nivel mundial, de cómo se vincula la equidad de género y la energía”, mencionó el experto.

Rosario Sotelo, presidenta de Proleña, organización que entrega ecofogones a familias en comunidades rurales, aseguró que las iniciativas de las mujeres de Totogalpa y Catarina impulsan una revolución energética.

Fuente:  elnuevodiario