Ecoaldea Copihuelpe: conociendo una experiencia de ordenamiento predial y permacultura

Visita a ecoaldea Copihuelpe

Conocer herramientas y objetivos del ordenamiento predial, es decir como  debieran estar distribuidos y ubicados los componentes del  predio, es una necesidad cada vez mayor. Esto, en particular, si lo que se busca es la implementación de sistemas productivos sostenibles y  con identidad, tomando acciones para nutrir la tierra y los suelos, restaurar los bosques y proteger los cursos de agua.

 Aprender de experiencias ya implementadas resulta una estrategia práctica para recoger aquellos elementos que puedan ser útiles para el contexto propio. En esta sintonía, el pasado 12 de octubre integrantes de la Red Huerta Mapuche de Panguipulli visitaron la Ecoaldea Copihuelpe situada en la comuna de Loncoche, para  conocer   y  aprender   herramientas  de ordenamiento predial. Esta actividad fue realizada gracias al apoyo de Bosque Modelo Panguipulli, el proyecto SIMEF (Sistema Integrado de Monitoreo de Ecosistemas  Forestales Nativos) que ejecuta el Instituto Forestal (INFOR). Para la red Huerta Mapuche esta actividad se desarrolló en el marco de  proyecto “Mejoramiento de la Productividad  a través del pueblo Mapuche”  convenio  Conadi-Municipalidad de  Panguipulli.

Cada cosa tiene su lugar

“Las economías rurales y campesinas no son agrícolas solamente, ganaderas o silvícolas, siempre hay una mezcla” señala Héctor Alonso Pichún de Bosque Modelo Panguipulli.  Generar planes integrales de los predios que contemplen los usos actuales y futuros tanto de los aspectos relacionados con la agricultura, los bosques y la ganadería, así como los espacios habitacionales. Esto permite implementar anticipadamente soluciones, por ejemplo para la falta de agua en verano. Planificar el espacio según los usos necesarios para la vida en el campo permite también identificar cuáles son las zonas más sensibles del predio, por lo que algunas de las actividades productivas debieran restringirse o condicionarse de modo de compatibilizar las prácticas productivas y la conservación de la biodiversidad.

La experiencia de la Ecoaldea Copihualpe permitió conocer una propuesta de ordenamiento predial desde la permacultura, una de los modelos de diseño vigentes. “Ellos tienen praderas si es que hubieran animales, tienen bosque para conservación o extracción con planes de manejo. Eso les sirve de aprovisionamiento de leña, de retención de agua. Ahí tienes en concreto un modelo que apunta a esa dirección” plantea Héctor.

“En unos años más debiésemos poder mostrar nuestra propia propuesta de diseño a quienes nos visiten” sostuvo Héctor Alonso Pichún en la última reunión de la red Huerta Mapuche Panguipulli.

Para María Soledad Rosales Lepileo del sector de Chauquen Alto, ordenamiento predial tiene que ver con “hacer un estudio antes de hacer las cosas, de aquí voy a poner esto. Así después todo lo que va construyendo se va haciendo de acuerdo a un orden” sostiene una de las integrantes de la red Huerta Mapuche Panguipulli.

Margarita Llinquiman también pertenece a esta red y luego de la visita a la Ecoaldea Copihualpe plantea que le quedó más clara la necesidad de visualizar cómo se interrelacionan y pueden potenciar los distintos elementos del campo. “en mi predio he tratado de ser cuidadosa, pero ahora me quedó más claro que al final todo se aprovecha. Si yo pongo mi rebaño de ovejas puedo no sólo eliminar el pasto del lugar donde yo voy a sembrar, sino que también las ovejas aprovechan de abonarme todo el lugar y así obtengo mi abono orgánico con mayor facilidad” remarca Llinquiman.

Recuperar los sueños y bosques

Para Renato Huichiman el ordenamiento predial tiene que ver con “empezar de 0 e ir enumerando: La casa, el hogar, cómo construimos nuestra casa. Los gallineros, plantas que son más cercanas a nosotros, las hortalizas, hierbas aromáticas, hierbas medicinales y así sucesivamente hasta lo más lejano que son los animales más grandes, el ganado”

Visitar esta experiencia reafirmó en Margarita la necesidad de generar medidas para la restauración ecológica de los campos en Wallmapu. “Cuando niña, mis papas trabajaban muchísimo el tema huerto y ellos si estaban muy preocupados de cuidar la naturaleza, pero últimamente eso en general está olvidado. Entonces al yo haber viajado a ese lugar para mi renace todo nuevamente  y me motiva a que el poco de terreno que tengo ojalá cuidarlo de esa forma, rescatarlo. Si yo corto un arbolito poder plantar otro, que sea ojalá árboles nativos para que no destruyan. Por lo que entiendo el tema es de construir, no de destruir más allá todavía de lo que está”.

Cecilia Navarrete y Renato Huichiman, ya son parte de la Red  Huerta  Mapuche y están implementando varias técnicas y medidas que vieron en Copihuelpe, como usar abonos de guano animal o tener una lombricera para utilizar los desechos orgánicos. Con esta gira reafirmaron la validez de sus prácticas, así como visualizaron nuevas acciones para poder llevar adelante. “Ellos trabajan todo lo que es orgánico, natural, se autosustentan. Su forma de alimentarse, la forma de ordenar sus predios, sus casas habitaciones, los galpones, las huertas, los fogones. Y el trabajo que es todo orgánico, todo natural, se trata de intervenir lo menos posible la naturaleza. Es súper interesante”.

“Cuando nosotros nos empezamos a hacer cargo de nuestra huerta, de nuestras hortalizas, empezamos a cambiar con abono de tierra de hojas primero y luego aplicamos lombrices y abonera. Lo que estamos haciendo ahora es reforestando, cambiando el pino y el eucalipto que teníamos por nativo que sean mielíferos, porque a la vez participamos  de la Agrupación de Permapicultores en Panguipulli” comenta Renato Llinquiman del sector de Cultruncahue.

 

Cuidar la tierra y las relaciones entre las personas

Para Hortencia Hueque tener que pensar maneras de aprovechar mejor los espacios tiene que ver directamente con el despojo territorial y la división que han sufrido las comunidades mapuche, pues al tener menos superficie no se pueden ir rotando los cultivos, por ejemplo.  “Hay que hacer una administración de lo poco que tenemos de espacio” sostiene. “Antes se hacía roce para sacar comida. No hacía falta nada más, había que rozar en un espacio determinado y sembrar. Después se dejaba eso ahí un tiempo para que crezcan árboles y plantas y se usaba otro espacio. (…). La tierra tiene que descansar, no puede ser sembrada todos los años. Hoy día lamentablemente por el poco espacio tenemos hay que trabajar todo el tiempo en el mismo espacio y ya no con todo lo natural que hay, sino que se le mete químico para que la tierra siga dando”.

Para revertir esta situación ella rescata un aspecto social que observó en la comunidad que ha levantado el proyecto de Copihuelpe.  “la gente que está ahí, está unida en el trabajo, eso de ponerse de acuerdo, cosas que cuesta en el trabajo en común. Entre nuestra gente esto cuesta debido a la precariedad y la división”. Hortencia recuerda haber vivido en una gran expansión de tierra donde se daba la vida comunitaria por lo que para ella recuperar las prácticas de cultivo van de la mano de la recuperación territorial. “Ahora uno tiene que acostumbrarse a vivir así en el poco espacio, siendo que la mentalidad de nosotros no debiera ser así, nosotros tenemos que vivir una vida amplia, por eso no hemos dejado de lado la idea del territorio común (…) nosotros estamos tratando de levantarnos” plantea Hueque del sector de Malchehue.

Recapitulando para interpretar la experiencia vivida, Margarita Llinquiman destacada el hecho que “trabajan con principios éticos de cuidar a las personas, la tierra, compartirlo todo”. María Soledad Rosales, otra huertera también releva características de este tipo en relación a la iniciativa “el trabajo voluntario que había, que todos tenían disponibilidad si había que hacer algo, si había que trabajar”.

Renato Huichiman, después de la visita quedó más convenido que de fondo el trabajo que hay que hacer e implementar en uno mismo es “poder cambiar la mentalidad de las personas, de salir de pensar todo en función de las lucas, e que voy a plantar un eucaliptus porque en 9 años tengo madera para vender”. El  posee un campo en Desagüe Riñihue a un 1 km del río San Pedro y quiere cuidar el bosque nativo que ahí hay y plantar al menos 300 árboles nuevos de  ulmos, tineo y triaca para apoyar que el bosque vuelva a surgir y para dar alimento a las abejas.

Además se conoció el trabajo con curvas de nivel para guiar y sacar provecho del escurrimiento de las aguas lluvia por las laderas, las viviendas con distintas técnicas de construcción natural, el manejo de las huertas, baño seco, entre otras experiencias.  Se puso especial énfasis al aporte mutuo de bosque nativo y la agricultura agroecológica.