Pensarás que no sabes en qué consiste la economía colaborativa, pero la verdad es que está más presente en tu rutina de lo que piensas. Todos los detalles y cómo beneficiar a tu bolsillo lo encontrarás en esta nota.
La economía colaborativa es una tendencia mundial de la que Chile no se ha mantenido ajeno.
Tiene como premisa un uso racional de los recursos o productos subutilizados, donde la colaboración entre los consumidores es crucial.
Sólo luego de la gran crisis económica global de 2008, este modelo logró posicionarse a través de las redes sociales e internet, acompañado del surgimiento de nuevas start ups de acción global, que hoy se encuentran muy bien valoradas en el mercado.
Ejemplo de esto es Airbnb que ha causado fuertes inconvenientes en la industria hotelera, ya que los consumidores están prefiriendo alojarse en casas de desconocidos, en lugar de lujosas habitaciones de hotel o el caso de Prilov, portal que permite a las personas comprar o vender ropa usada de calidad, con buenas marcas, en la que sólo se paga adicional una comisión a la plataforma al concretar la transacción.
La cultura digital de los chilenos y la conectividad permanente, a través de diferentes dispositivos móviles, ha afianzado el desarrollo de la economía colaborativa.
Estas variables han posibilitado que miles de chilenos vendan a través de una red social su vestimenta o artículos domésticos que ya no usan, dormir en habitaciones de desconocidos en lugar de hospedarse en un hotel, o compartir el automóvil para realizar un trayecto en particular.
Para que te hagas una idea, en los últimos 15 años, la inversión relacionada con la economía colaborativa en el mundo rozó los US$ 26.000 millones y su tasa de crecimiento global en 2014 fue del 25% en nuestro continente.
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En América Latina esta modalidad de hacer negocios se encuentra en una fase incipiente, siendo Brasil, México, Argentina y Perú los países con mayor dinamismo en la región, los que representan el 69% de la economía colaborativa que se desarrolla en la región.
Chile no se queda atrás, el modelo basado en el ofrecimiento de bienes por sus propios dueños a cambio de un pago económico, producto o equivalente, ha ido al alza.
El caso emblemático de economía colaborativa
Utilizar tu propio vehículo para transportar a otros… ésa fue la clave.
Esta acción se masificó con la llegada de Uber a Chile, la cual a través de una aplicación móvil permite transportarse por la ciudad a una tarifa más rebajada que un taxi.
Desde su llegada en 2014 ha sumado más de 260 mil usuarios y 71 mil socios conductores inscritos, de los cuales 21 mil mantienen una cuenta activa.
Prueba fehaciente de cuanto le gusta el modelo de economía colaborativa a los chilenos.
No sólo Uber es modelo de ejemplo, empresas como Prilov, Sensacional o Broota han tenido un positivo desarrollo gracias a la disposición del público chileno de participar.
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Por Javiera Correa, periodista IG Chile.