El consumo responsable

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Aplicando la regla de las cuatro “R” (reciclar, reducir, reutilizar y responsabilidad) protegemos los recursos naturales del planeta, los cuales, no lo olvidemos, son limitados.

En un mundo tan globalizado como el de hoy existen razones que nos hacen pensar que algo estamos haciendo mal en nuestra relación ser humano-naturaleza que debemos valorar para corregir el camino andado. Hay poderosas razones medioambientales, así como económicas, que nos deben conducir hacia un cambio de concepción y asumir la responsabilidad que tenemos como consumidores y consumidoras.

El consumo responsable parte de la idea de que solo debemos adquirir los productos que realmente necesitamos. No se trata de comprar porque sí; el asunto es hacerlo cuando existe una necesidad básica que debemos cubrir. Pero no solo eso: se trata, al mismo tiempo, de saber comprar.

De nada sirve tener conciencia sobre fenómenos como el cambio climático o el calentamiento global si desde nuestro rol apoyamos cadenas productivas que no muestran respeto por los ecosistemas o los recursos naturales empleados en la industria.

Según la declaración oficial de las Naciones Unidas, a partir de la Cumbre de la Tierra 2002, entre las principales causas de que continúe deteriorándose el medio ambiente están las modalidades insostenibles de consumo y producción, particularmente en los países industrializados.

Podríamos preguntarnos: ¿cuáles son los beneficios del consumo responsable? y tal vez nos costaría mucho trabajo responderlo, pero hay casos que tenemos que resolver en primer instancia. Ahora bien, es lógico, después de lo anterior, que te preguntes cuáles son los beneficios prácticos del consumo responsable.

Les propongo algunas acciones que nos ayudarán a avanzar en este tema. Aquí te damos las tres más importantes: usar los electrodomésticos de forma eficiente, así como cuidar de nuestro consumo de luz y agua con pequeños gestos como cerrar la llave cuando nos estemos cepillando los dientes, utilizar el agua de lluvia para regar nuestras plantas o desenchufar los aparatos cuando no se usen en vez de dejarlos en stand by, todo lo cual nos reportará una ganancia que se reflejará en nuestras facturas.

Con buenas prácticas de consumo estamos contribuyendo a generar un menor impacto sobre el medio ambiente. Por ejemplo, aplicando la regla de las cuatro “R” (reciclar, reducir, reutilizar y responsabilidad) protegemos los recursos naturales del planeta, los cuales, no lo olvidemos, son limitados.

Igualmente podemos elegir productos con el sello de Comercio Justo y así estaremos contribuyendo a construir entornos más equitativos para quienes habitamos el planeta. El modelo de Comercio Justo es sinónimo de vida digna, igualdad de género, ausencia de trabajo infantil, salarios decentes, educación y acceso a agua potable, entre otras iniciativas de economía social.

Recuerda que si aplicamos los principios y valores del consumo responsable y somos conscientes del impacto que generamos en el planeta, estaremos contribuyendo a la protección del medio ambiente y, al mismo tiempo, a una mejor calidad de vida de quienes lo habitamos. ¡Únete, merece la pena hacerlo!