El economista Christian Felber: «Economía del Bien Común es semejante a los derechos humanos, no debe ser de un partido»

Resultado de imagen para christian felberCree que «estamos retrocediendo en términos éticos y esto es inaceptable para muchas personas»

El profesor austríaco de Economía, filólogo y sociólogo Christian Felber, impulsor de la Economía del Bien Común, basada en valores éticos como la solidaridad, la cooperación y la confianza aplicados al sistema económico, considera que este modelo es «muy semejante a los derechos humanos, es algo universal que no debe pertenecer a un solo partido».

Así, en una entrevista con Europa Press, Felber, que participa en el Foro Global de Nueva Economía y la Innovación Social (NESI Forum), que se celebra en Málaga, ha explicado que este movimiento es apolítico, por lo que «invitamos a todos los partidos democráticos a asumir en mayor o menor medidas las propuestas en cuanto a la alternativa económica».

Hasta ahora, ha indicado, «nos apoyan políticos de casi 50 partidos distintos», señalando que los municipios del bien común y los gobierno regionales que se suman a este modelo «son de los más distintos partidos». «Este es el camino, desde abajo hacia arriba, que la totalidad de los partidos políticos asuman las propuestas», ha apuntado.

En la Economía del Bien Común «en vez de enfocar en los medios, enfocamos en los fines y los valores, pero utilizando la misma herramienta, la economía libre de mercado», ha dicho, apuntando que esta transformación parte de «valores que no están solamente en las sociedades, sino en las constituciones».

«Estos valores no los hemos inventado, sino que los hemos encontrado en las constituciones. Donde no están anclados es en el orden concreto legal que guía la economía y ahí queremos anclarlos más profundamente, empezando por la orientación general del sistema económico que debería ser el bien común y no el incremento de los resultados financieros», ha manifestado.

Ha asegurado que esos valores «están totalmente arraigados en los ciudadanos porque si no hubiese confianza, solidaridad o cooperación, por ejemplo, estaríamos todos muertos». «Lo que pasa es que el sistema no recompensa el fortalecimiento de la confianza, la solidaridad o la cooperación», ha lamentado.

En este sentido, ha precisado que en el sistema de hoy «están reforzados valores negativos como el egoísmo, la avaricia, la desconsideración y la desmesura y ésta es la perversión que hace aparentar que los valores positivos, que sí están, no sean tan visibles como los comportamientos negativos».

«Si se pregunta a las personas en un momento tranquilo todo el mundo tienen una añoranza muy profunda de una sociedad más justa, más solidaria y más democrática», ha indicado, precisando que «planteamos las mismas libertades, los mismos derechos y las mismas oportunidades para todos y para eso tenemos que limitar la desigualdad para que los unos no sean tan ricos que aplasten a los otros».

«Estamos retrocediendo en términos éticos y esto es inaceptable para muchas personas», ha incidido Felber, quien ha apuntado que «las relaciones de poder, la concentración de la riqueza o la debilidad de la democracia e incluso el pensamiento económico clásico son trabas en el camino de permitirnos pensar y después realizar lo que estamos añorando».

Ha señalado que caracterizan la Economía del Bien Común «como una economía de mercado plenamente ética, verdaderamente liberal, con la máxima de misma libertad para todos, lo que supone poner límites a la desigualdad; y redimensionada, porque el crecimiento ya no es un fin y hay que dejar más espacio y protagonismo a otras alternativas».

Con esto, no se trata de limitar el desarrollo personal ni de las empresas, ya que «la motivación principal del ser humano no viene del exceso de la acumulación material, está científicamente refutado». «Es ciencia, no es idealismo, lo sorprendente es que la acumulación material de las riquezas y la competencia las estemos practicando a pesar de que sabemos que conducen a peores resultados, es sorprendente que lo que es mejor nos parece utópico», ha indicado.

Ha considerado que ahora se «abusa de la economía de mercado y sus fuerzas y ventajas», planteando un cambio en la visión que lleva a que «solamente puedes invertir o realizar otra actividad económica de forma exitosa si contribuyes al bien común». «Hoy una inversión puede hacer el país más rico o más pobre y si el PIB crece nadie tiene seguridad de que su vida ha mejorado, si el Producto del Bien Común crece tenemos la certeza de que algo de total relevancia tiene que haber mejorado», ha expresado.

IMPLANTACIÓN

Felber ha asegurado que el movimiento tiene «una visión universal a largo plazo, pero la estrategia es a la inversa, localmente, de abajo a arriba, para que sea factible; una persona, una empresa, un municipio, una universidad que toman decisiones dentro de su margen de maniobra; pequeños pasos que se suman», ha explicado.

Así, ha indicado que los cambios de sistemas «siempre son de larga duración e implican cambios de costumbres, en las relaciones de poder y en las formas de pensar», aunque ha manifestado que en seis años son ya a nivel internacional «2.200 empresas que apoyan la iniciativa, 400 empresas que hacen balance de bien común, varias docenas de localidades se han hecho municipios del bien común y más de 100 universidades cooperan de una u otra forma».

El logro más reciente, ha significado, «es una orden de la Consejería de Economía de Valencia para fomentar las empresas sociales». «Es la primera ley escrita y hecha para fomentar esta alternativa y no el capitalismo», ha destacado, apuntando que espera que se produzcan más «y también leyes autonómicas que fomenten la implementación y sobre todo los incentivos hacia la Economía del Bien Común».

La implantación de este sistema económico está más avanzada en Europa, donde ha empezado este movimiento quizás «porque en ninguna parte las contradicciones entre las tradiciones filosóficas, espirituales y científicas y la práctica económica son tan claras».

«Hay una tradición muy fuerte en estos sentidos y la práctica es que las reglas del sistema financiero, de la economía contradicen estos valores, los pervierte y esto es algo que cada vez menos personas están dispuestas a aguantar y aceptar», ha manifestado.

En España, ha indicado que algunas administraciones han certificado una empresa municipal, hay zonas que se han certificado, como el distrito de Horta-Guinardó en Barcelona; hay los primeros auditores españoles, se ha decidido establecer una cátedra en la Universidad de Valencia y «se está pensando en organizar la formación de consultores en colaboración con esas cátedras que parecen van a surgir en otras universidades».

Fuente: lainformacion.com