El impacto económico y social de los Productos Forestales no Madereros

Según un estudio del Instituto Forestal (Infor), los Productos Forestales No Madereros (PFNM) han tenido un crecimiento significativo en los últimos 20 años. Cabe destacar que las exportaciones al año 2015 alcanzaron los US$83 millones –comparados con los US$38,7 recaudados en 2005- en base a una cartera de 60 productos que llegan a más de 50 países. Además, dentro del país su consumo representa tres veces el monto exportado.

El coordinador del programa de investigación en PFNM del Infor, Gerardo Valdebenito, destaca que son “miles las personas que generan en la actualidad recursos económicos en diferentes niveles de la cadena de valor en el sector forestal. El rubro posee una dimensión país y varias regiones identificaron este sector productivo de productos no madereros como estratégico en sus planes de desarrollo”, consigna el reportaje publicado por Corma.

A nivel nacional, destaca la extracción de rosa mosqueta, el musgo, la hoja de boldo, hongos de diversas especies, el maqui, la corteza de quillay, la hierba de San Juan, entre otros. Mientras que como PFNM elaborados se encuentran extractos y otros productos de quillay, además de aceites vegetales del mismo quillay, rosa mosqueta, avellano y maqui. El valor de estos productos ha permanecido y trascendido en el tiempo, especialmente gracias al mundo campesino y las propias comunidades indígenas y a crecientes alianzas estratégicas entre empresas forestales y estos emprendedores para que puedan desarrollar sus actividades en plantaciones o en áreas protegidas de bosque nativo que forman también parte de su patrimonio.

Valdebenito asegura que el impacto no sólo es económico, ya que también genera un impacto social vinculado con el impulso de la economía rural, el rescate de valores culturales y patrimoniales, más espacios para la incorporación de la mujer al mundo laboral (80% de las personas vinculadas al rubro pertenecen al género femenino) y nuevos encadenamientos productivos con externalidades positivas.

Por su parte, la gerente general de Corma, María Teresa Arana, manifestó que “el sector forestal tiene una gran diversidad de actividades donde miles de emprendedores desarrollan un trabajo con características culturales, ambientales y sociales. Los recolectores han tenido un mayor desarrollo en este último tiempo y se ha producido un círculo virtuoso entre las comunidades y las empresas forestales, lo que entusiasma mucho por la posibilidad de aprovechar la riqueza de la flora chilena, el aporte alimentario y una real alternativa de trabajo con proyecciones”.

Desafíos

La académica de la Universidad de Concepción y licenciada en Biología, Rosemarie Wilckens, destaca que “el impacto es grande para las familias que viven cerca de los predios forestales. Para muchos de ellos es la única fuente de ingresos y viven gracias a la recolección. Les ha ido mucho mejor en la medida en que se han organizado, instalando sedes con estufas para secar los productos que recolectan, así logran usar procedimientos que mantienen la conservación de las especies en el entorno donde cosechan, usan buenas prácticas de recolección, y comercializan los productos en asociatividad, lo que les permite aumentar la oferta”.

La profesional agrega que hay desafíos concretos, como seguir capacitando a las comunidades, gestionar el uso de terrenos sin uso por parte de los privados para contar con una mayor cantidad de plantas, “ya que el recurso no es eterno y así evita largos traslados”. Además señala que hace falta conexión a internet en muchos sectores, especialmente porque las facturas y los trámites se hacen de forma electrónica.

En ese sentido, Wilckens reconoce que el rol que han jugado las empresas forestales y diversos servicios públicos ha sido positivo. Respecto a los primeros, valora el que tengan unidades especializadas en el tema y que trabajan en conjunto con las comunidades, mientras que en cuanto a los segundos, rescata la presencia constante junto a sus programas y beneficios, como Indap, el SAG, Prodesal, y las mismas universidades, entre otros.

Fuente: Lignum