Fomentando el desarrollo participativo indígena

MARCOS BARRAZA 2

Por Marcos Barraza G.Un enfoque moderno sobre el desarrollo de los pueblos originarios debe ser capaz de reconocer su potencial y sus capacidades.

El pasado 29 de julio, el Ministerio de Desarrollo Social, Corfo y otros organismos públicos dieron a conocer el Programa de Desarrollo y Fomento Indígena, materializado a partir de un convenio entre Corfo y el BID.

Este programa se orienta hacia comunidades, agrupaciones y asociaciones de comunidades indígenas, y también a cooperativas o empresas con al menos 50% de socios indígenas que deseen emprender, crecer o financiar un proyecto productivo asociativo de gran escala, con pertinencia cultural, y que no posea garantías para acceder a financiamiento vía crédito, leasing u otros instrumentos bancarios.

Un enfoque moderno sobre el desarrollo de los pueblos originarios debe ser capaz de reconocer y visibilizar su potencial y sus capacidades, fomentando y facilitando institucionalmente la participación, en un marco de respeto de sus derechos económicos, sociales y culturales.

En tal sentido, como Gobierno creemos y confiamos en los pueblos indígenas y valoramos el inmenso aporte que ellos significan para Chile. Pero no lo hacemos desde una lógica paternalista. Creemos que su desarrollo depende de ellos mismos, por cierto en el marco de una institucionalidad adecuada, con los apoyos que el Estado tiene que brindar, pero ante todo privilegiando sus miradas, cosmovisiones e intereses.

Estamos orgullosos de que en nuestro país, en diez años, hemos pasado de un 6,6% de la población que se define a sí misma como indígena a un 9%, según lo constata la encuesta Casen 2015. Esto indica que estamos frente a un proceso identitario que se está vitalizando, que tiene fuerza y que nos enriquece a todos.

En total, son 1.585.680 personas las que actualmente se reconocen como integrantes de alguno de los nueve pueblos indígenas que habitan el territorio nacional; y de ese total, el 83% se identifica como integrante del pueblo mapuche.

Existe otro dato muy interesante que arroja la Casen 2015: si se considera la población chilena en general, sólo un 25,3% participa en organizaciones sociales o grupos organizados. En contraste, en los pueblos indígenas la participación alcanza un 37,3%, lo que habla de un fuerte sentido comunitario.

De allí entonces la importancia de que el Programa de Desarrollo y Fomento Indígena no ponga el foco prioritario en las personas, sino más bien en las organizaciones, comunidades y cooperativas indígenas, atendiendo a las dinámicas de participación que les son propias.

De esta manera, es el Estado el que se está adecuando a las modalidades de organización indígena y no a la inversa, instaurando una metodología de trabajo y de procedimientos que aseguran una apertura multicultural.

Así, se han establecido como principios clave para impulsar los proyectos el consentimiento previo, libre e informado; y la aprobación de las autoridades ancestrales y las comunidades. Además, estas últimas deben decidir de manera autónoma sobre la naturaleza del proyecto. Entre las posibilidades se consideran las áreas agropecuaria, forestal, acuícola, turismo y energías renovables no convencionales.

Existen varios proyectos piloto en curso. Uno de ellos corresponde a una agrupación de cooperativas agrícolas conformada por varias comunidades mapuche de Padre Las Casas, Temuco y Lautaro. Ya ha cumplido con su proceso de apertura cultural y espera recibir financiamiento, vía crédito, para materializar inversiones en su planta de proceso de lupino para consumo animal y humano; y además, para aumentar el área sembrada desde las actuales 450 hectáreas hasta 3.000 hectáreas.

Finalmente, cabe destacar que el Programa de Desarrollo y Fomento Indígena contempla más de US$160 millones en inversión -lo que representa un esfuerzo fiscal muy significativo- que permitirán respaldar proyectos entre UF3.500 y UF300.000.

Pero tanto o más relevante e innovador es que a través de un Comité Corfo, de carácter intersectorial, comienza a desplegarse una institucionalidad que hará posible un desarrollo indígena no desde una perspectiva de asimilación ni de integración, sino de inclusión y reconocimiento de su identidad. En definitiva, un desarrollo con auténtico sello indígena.

*El autor es ministro de Desarrollo Social.

Fuente: Pulso