Isabel Félez: «Un producto sellado por «Comercio Justo» garantiza cultivos a salvo de esclavitud o trabajo forzoso»

Abrió su negocio con 20 años y hoy es todo un referente. Isabel Félez, gerente de Chocolates Artesanos Isabel, desvela los ingredientes de la receta de su éxito. Abanderar la ética y el comercio justo le ha otorgado numerosos premios locales y nacionales…porque un chocolate es capaz de endulzar no solo paladares, sino conciencias.

Zaragoza.- Isabel Félez Roselló abrió su negocio con tan solo 20 años. Quería hacerlo en su pueblo, Alcorisa (Teruel), una localidad fuertemente afectada por la despoblación y el paro femenino. Hoy, Chocolates Artesanos Isabel es una referencia empresarial, cuya plantilla está compuesta al 100% por mujeres. El abanderamiento de género, el comercio justo y un inquebrantable respeto por el entorno y las personas, le ha servido para obtener importantes premios de Responsabilidad Social y Alimentación a nivel nacional. El ingrediente secreto del éxito de su chocolate es, precisamente, su propio chocolate. Un producto diferente. Una delicia que no solo endulza un simple paladar, sino conciencias.

Pregunta.- Parece que para degustar un buen chocolate no es necesario marcharse a Suiza ¿Cuál es la formulación de su éxito?
Respuesta.- No hace falta, no. Tratamos de hacer un producto muy bueno en todos los sentidos. Que no sea solo rico en sabor o estéticamente atractivo, sino que la calidad abarque todo. Ha de tenerse en cuenta aquello que hay detrás.

P.- ¿Y qué hay detrás de un chocolate?
R.- La parte más débil de la cadena: el trabajo de las personas que lo cultivan, las agricultoras y agricultores. Sus condiciones vitales. También el impacto de la forma en que se logra esa materia prima en el entorno.

P.- ¿Desde Chocolates Artesanos Isabel abanderan, por tanto, el Comercio Justo y la producción ecológica?
R.- Es nuestra base y, afortunadamente, parece que la concienciación social en este sentido es cada vez más intensa. La gente no solo tiene en cuenta la variable salud, sino la medioambiental o la social. Llevar el apellido ecológico es importante, por un lado, porque el producto es más saludable: no contiene aditivos, fertilizantes o pesticidas. Por otro, se empieza a valorar más la apremiante cuestión del cambio climático; la producción ecológica avala el respeto por la biosfera y la intencionalidad en la reducción del impacto ambiental. No obstante, lo verdaderamente significativo es el comercio justo. Llevar ese sello garantiza que ese cultivo ha sido «limpio» en el sentido social: no ha habido esclavitud infantil y las condiciones laborales de los trabajadores han sido dignas.

Cada producto lleva el sello de

Cada producto lleva el sello de «Comercio Justo», garantizando la «no esclavitud» o trabajo forzoso

P.- ¿Cómo terminó decantándose por esta tipología de negocio?
R.- Siempre he sido consumidora de comercio justo y tenía claro que mi trabajo sería consecuente con ello. La materia adquirida contaría con certificación y procuraría que el efecto social fuera positivo. En este sentido, por ejemplo, el cacao o la canela que empleamos proviene de Perú, Ecuador o Santo domingo, porque la rama latina, en cuanto a calidad, es mejor. También solemos emplear en nuestras elaboraciones materia prima de producción local. El aceite de oliva, los frutos secos, o el azafrán, son de la zona, del medio rural. Es un modo de contribuir a la generación de riqueza económica, que tanta falta nos hace por aquí en Teruel. Es asimismo una forma de visibilizar el producto local.

P.- Y además lleváis la etiqueta de la innovación ¿Qué tipo de productos elaboráis?
R.- Es que hacer chocolate ya es en sí innovador. Normalmente, el chocolate que se trabaja en pastelerías o bombonerías ya está previamente elaborado. Los pasteleros lo compran y lo trabajan, pero nosotros lo hacemos desde el origen: extrayendo la pasta del interior de las habas del cacao. De ahí, hacemos el chocolate, tratando de abarcar toda la gama de presentación: tabletas, batidos, chocolate a la taza, turrón. Todo ello, por ejemplo, en lugar de azúcar refinado, es aderezado con canela. Hacemos cosas diferentes.

P.- Desde luego en Alcorisa no habrá otro negocio igual…
R.- Ni en Alcorisa, ni en España.

P.- Pero cómo surgió lo de ir a la raíz del chocolate, ¿fue una revelación de los maestros aztecas?
R.- Algo así, ja, ja. Como queríamos hacer todo mediante comercio justo, y nos dimos cuenta de que el chocolate habitualmente vendido para ser trabajado no se ajustaba a ello, decidimos que teníamos que hacerlo nosotros mismos. Fue un proceso muy difícil, porque apenas existen referentes, y tampoco se enseña en las escuelas de pastelería. El proceso de aprendizaje fue complicado y tuve que salir de España para tantear y luego mucho practicar.

P.- No hay referentes, pero ustedes se están convirtiendo en uno, ¿tienen cursos de formación propia?
R.- Sí, porque como hay tan poca gente que se dedique a ello, existen más interesados. En los cursillos tenemos a pasteleros o chocolateros que, por ejemplo, pasan un fin de semana por aquí. Además hoy día ha surgido eso del «hazlo tú mismo». El pan, la cerveza, y ahora, por qué no, el chocolate. Es interesante conocer el origen, buscar el cacao, y crearlo. Verdaderamente aquí en España por ahora no se percibe tanta atracción como en otros países europeos, pero se pondrá de moda.

Elaboran el chocolate desde el origen, extrayendo la pasta del interior de las habas del cacao

Elaboran el chocolate desde el origen, extrayendo la pasta del interior de las habas del cacao

P.- Mal no lo están haciendo, porque han sido galardonados en varias ocasiones…
R.- ¡Eso parece! Hemos obtenido el premio al «mejor producto ecológico» de España, a la «responsabilidad social de Aragón» por la Asociación de Mujeres Empresarias de la Comunidad, o a la «innovación en el medio rural». También fuimos de las primeras empresas inscritas en el Registro de la Huella de Carbono del Ministerio de Medioambiente, y recibimos la certificación del Instituto de la Mujer como entidad promotora de la «igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres».

P.-Y hablando de género: es usted una de las 650.000 españolas emprendedoras, según contabiliza en su último informe el observatorio de emprendimiento ¿Cómo arrancó su aventura?
R.- Ojalá hubiera más. Yo comencé en el 97, cuando tenía 20 años justos. Quería trabajar por mi cuenta y hacerlo, además, aquí, en mi pueblo, Alcorisa (Teruel). Primero. Empezamos siendo una pastelería y, poco a poco, decidimos aventurarnos en la elaboración de chocolate propio. Me gustaba mucho lo de la cocina, la creatividad. Desde entonces, tratamos de fusionar ambos conceptos para trabajar el cacao de un modo diferente y, como ya hemos dicho, ético.

P.- ¿De la plantilla, qué porcentaje es femenino?
R.- Somos todas mujeres. En el Teruel rural tenemos un paro femenino muy alto, así que es un modo de contribuir, por decirlo de algún modo, en nuestro entorno. También es una forma de visibilizar el trabajo femenino, que es el mayoritario. Dentro del ámbito de la agricultura, por ejemplo, las mujeres tienen el 2% de las tierras en el mundo, mientras que elaboramos, producimos y cultivamos el 65% de los alimentos que consumidos. Ocurre parecido en otros sectores.

P.- ¿Considera entonces que existe desigualdad?
R.- Las mujeres siempre están, pero generalmente en la sombra. Nuestro negocio está compuesto al 100% por mujeres. Esta característica también genera debate sobre el tema. Ahora, estamos charlando de ello y hablar es asimismo un modo de dar voz a millones de nosotras. También sirve para poner el foco en otras cuyas condiciones son precarias o apenas poseen nada. El trabajo femenino es la base de la economía.

El 100% de la plantilla está compuesta por mujeres, una fórmula que contribuye a reducir el fuerte paro femenino de la zona

El 100% de la plantilla está compuesta por mujeres, una fórmula que contribuye a reducir el fuerte paro femenino de la zona

P.- ¿Se siente orgullosa de la misión de su negocio?
R.- Mucho. Nuestro oficio, en concreto, está muy masculinizado. Sí que hay un importante número de mujeres, pero su rol generalmente es el de trabajo secundario. Faltan mujeres que sean la «cara visible» de, por ejemplo, un restaurante, que sean ellas quienes tomen las decisiones. Chocolates Artesanos Isabel diverge de la norma establecida.

P.- Al final el chocolate puede endulzar más que un paladar…
R.- Puede endulzar conciencias. Eso intentamos desde Chocolates Artesanos Isabel: transmitir responsabilidad en nuestras decisiones de compra. Que no lo hagamos de manera espontánea o puntual, sin reflexión. Hay que tener en cuenta lo que hay detrás de cada producto, cómo se ha elaborado, cómo ha llegado hasta nosotros. Hemos de interiorizar lo importante que es nuestro acto de consumo para el mundo que queremos y ser conscientes del poder que tenemos como consumidores. Estamos todo el día consumiendo. Al menos, hagámoslo con cabeza.

Fuente: Aragondigital