“Los supermercados cooperativos son una de las soluciones para lograr la sostenibilidad”

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Entrevista a Daniel López García. “La “solución” a la actual insostenibilidad global (ecológica, social y ecológica) me parece algo muy complejo, y solo soy capaz de entrever de forma un poco simplista algunos pasos que estamos intentando dar en el corto plazo. Es necesario ir mucho más allá, y a la vez centrar nuestros esfuerzos en construir alternativas de sostenibilidad en el aquí y el ahora”

¿En qué momento llega este tipo de cooperativa?

En un momento de fuerte repunte del consumo estatal de alimentos ecológicos, que en 2017 subió un 14%. El consumo interior sigue siendo muy bajo en relación con el contexto territorial (1,1% del gasto familiar alimentario total, frente al 7 y 9% de ciertos países europeos) y a la importancia de la producción (casi un 6% de la Superficie Agraria Útil, siendo el Estado español el 1º país por superficie certificada ecológica en la UE, y 6º en el Mundo), pero crece a muy bien ritmo y parece que al fín está despegando.

Esto, sin duda, está siendo percibido por la gran distribución, que ostenta el oligopolio de la venta de alimentos (5 empresas comercializan más del 60% de los alimentos en el Estado español) y que ve que el alimento ecológico empieza a tener tirón, y por ello todas las grandes cadenas están incorporando alimento ecológico y local.

Por poner un ejemplo, Carrefour tiene, como principal mensaje en la entrada de muchas de sus tiendas, el anuncio de que ofrecen más de 1000 productos ecológicos. Esa diversidad de productos es baja, equiparable a la de una tienda especializada muy pequeña (de alrededor de 100 metros cuadrados); pero suficiente para que la empresa haga bandera de ello en tiendas de muchos miles de metros cuadrados.

¿Qué necesidades viene a atender?

En este momento de expansión del consumo, también se están dando cambios en las redes alimentarias alternativas. Se está evolucionando desde una hegemonía muy clara del modelo de pequeños grupos de consumo (10-20 unidades de consumo), dispersos y desorganizados, a una fuerte diversificación de canales de acceso al alimento local, ecológico y justo.

Por ejemplo, mercados de productores/as, pequeño comercio, venta a pie de finca, tiendas cooperativas o incluso distribuidoras con enfoque social e introducción en los comedores escolares. La diversificación de canales comerciales responde a una necesidad de atender a distintos perfiles de consumo; y también a incrementar el volumen de lo que se distribuye, ya que los pequeños grupos de consumo a menudo realizan pedidos muy pequeños, lo que resulta costos y tedioso para las iniciativas productivas que les abastecen.

El modelo de las cooperativas de consumo (que a menudo también tienen a la producción como parte de su membresía) con tienda abierta al público en horario comercial, y que combinan el producto local de productores/as socios/as con otros productos que permiten completar la cesta de la compra, está siendo un modelo de gran empuje en este contexto.

Por ejemplo, con el elevado crecimiento de cooperativas como Landare (Pamplona-Iruña, más de 2800 familias socias) o Bio-Alai (Vitoria-Gasteiz, con más de 1500 familias socias), pero también en otros territorios, como Andalucía. Permiten una mayor comodidad para perfiles más diversos de consumo; profesionalizan la gestión, y elevan el volumen de alimentos que mueven, abaratando los costes de distribución y logística, que en alimento fresco ecológico suelen ser muy elevados. Además, permiten una gran seguridad a las iniciativas de producción asociadas, que pueden “sembrar todos sus campos”, como alguien me dijo, porque tendrán quien les compre la producción.

¿Son los supermercados cooperativos la solución?

Son una de las soluciones. Solucionan algunos de los problemas de bajo volumen de distribución y baja diversidad de producto en los pequeños grupos de consumo. Pero hay que ir a más. El horizonte, en un escenario de colapso en el medio plazo vinculado con el cambio climático y el pico del petróleo (y muchos otros materiales clave, incluida el agua dulce), ha de ser la relocalización de los sistemas alimentarios, y su viraje claro y masivo hacia la agroecología.

En el camino hacia ese horizonte, las grandes cooperativas de consumo permiten experimentar importantes saltos de escala en los modelos económicos cooperativos vinculados con la alimentación, y por ello son importantes. Pero hace falta articular todas estas pequeñas (y no tan pequeñas) experiencias en sistemas agroalimentarios locales; y a su vez vincular estas redes alimentarias con otros tejidos económicos vinculados con la economía social y solidaria (energía, vivienda, ropa, servicios al consumo, etc.), en proyectos territorializados de economías sostenibles y democracias radicales.

La “solución” a la actual insostenibilidad global (ecológica, social y ecológica) me parece algo muy complejo, y solo soy capaz de entrever de forma un poco simplista algunos pasos que estamos intentando dar en el corto plazo. Es necesario ir mucho más allá, y a la vez centrar nuestros esfuerzos en construir alternativas de sostenibilidad en el aqui y el ahora. Creo que Som Alimentació es una propuesta de gran interés en este sentido.

Som Alimentació: Valencia estrena un supermercado de producto local creado y gestionado por consumidores

La idea de lograr una alimentación más saludable y sostenible se ha convertido en un proyecto para un grupo de consumidores que se fundó como cooperativa de consumo hace unos meses y en breve abrirá un supermercado en Valencia con productos de proximidad y a través de la financiación colectiva.

Valencia estrena un supermercado de producto local creado y gestionado por consumidores som alimentació

Ya son 145 socios y esperan crecer hasta los 200 en pocas semanas para tener una “masa crítica previa” a la apertura de la tienda, cuya ubicación decidirán los socios de entre unos locales preseleccionados a través de una votación en la web de Som Alimentació (Somos Alimentación), la cooperativa que impulsa el supermercado.

Los principios de Som Alimentació son:

  • Ecológico y local: productos sostenibles​ ​que fomentan​ ​la economía​ ​local.
  • Directo​ ​del productor/a: te​ ​informan ​de su​ ​origen​ ​y​ ​de​ ​quién lo​ ​ha​ ​producido.
  • Participativo: las decisiones importantes y los beneficios son colectivos.
  • Precios​ ​justos: Para quien consume y para quien produce.

Alimentación saludable y sostenible

Para este grupo de consumidores es “un derecho” poder alimentarse de manera saludable y sostenible, y son los socios de la cooperativa quienes marcan los criterios que deben cumplir los productos que se pondrán a la venta en el supermercado.

Comprar directamente a productores de la huerta de Valencia es “un lujo” que impregna la filosofía de la cooperativa de “cuanto más cerca, mejor” al primar el producto de proximidad sobre los demás criterios.

“En una especie de círculos, primero se busca en los alrededores de Valencia; si ahí no está se busca en la provincia y, si no, en las limítrofes. Solo vendrá de fuera de España si no se produce aquí”, explica Navalón.

De ahí que vean como una contradicción la oferta ecológica que se vende procedente de “miles de kilómetros”, y apuesten por un producto de proximidad y mínimamente sostenible.

Productos de empresas responsables

También se interesan por productos producidos o elaborados por empresas responsables, que cuidan de sus trabajadores, que tienen en cuenta el medio ambiente y compensan las emisiones de sus transportes, y que cuentan con sello ecológico.

La cooperativa creará así unos sellos participativos de garantía que permitirán a los consumidores visitar y conocer las zonas de producción.

El vicepresidente de la cooperativa afirma que se puede elaborar un catálogo completo de la cesta de la compra con estos criterios, con la ventaja de precios más reducidos al eliminar intermediarios y que podrá comprar también, además de los socios, el público general.

El supermercado de Som Alimentació sigue el ejemplo de otras iniciativas que existen en Pamplona, Vitoria y Alicante, donde bioTrèmol dispone de cuatro tiendas en Alicante, Elche, Castalla y Yecla, tiene 700 socios y factura más de un millón de euros anuales.

La participación de los socios puede ser a través del pago de una cuota mensual de seis euros al mes o implicándose como socio voluntario, prestando servicios durante cuatro horas mensuales.

Fuente: Ecoportal.net