¿Qué es el consumo colaborativo?

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El Consumo Colaborativo, también conocido como Economía de la Colaboración o Economía del Acceso, se puede definir como la interacción entre 2 o más personas para compartir, intercambiar, prestar, alquilar o regalar a través de las modernas Tecnologías de la Información y la Comunicación  y las crecientes comunidades virtuales. El Consumo Colaborativo es el ejemplo más actual del valor que la web proporciona a consumidores y usuarios.

La actual digitalización de contenidos, como música, fotos, vídeos o libros, permite a un cada vez más numeroso grupo de personas comprender que la mayor parte de las veces lo que queremos no es el producto en si mismo sino el acceso a sus contenidos. Por ejemplo, con plataformas digitales como Spotify no es necesario comprar un disco del que además no escucharas todas as canciones más que 5 o 6 veces, porque podremos escuchar nuestra canción favorita cuantas veces queramos.

El movimiento del Consumo Colaborativo supone un cambio cultural y económico a nivel global en los hábitos de consumo, caracterizado por la migración de un primer escenario de consumismo individualizado hacia los nuevos modelos potenciados por los medios sociales y las plataformas de tipo Peer-to-Peer (P2P).

El término Consumo Colaborativo fue acuñado por primera vez por Ray Algar en el artículo ‘Collaborative consumption’ publicado en el boletín Leisure Report de abril de 2007. Después comenzó a popularizarse en 2010 con la publicación del libro ‘What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption’ (‘Lo que es mío es tuyo: el auge del consumo colaborativo’) de Rachel Botsman y Roo Rogers. En España el fenómeno del Consumo Colaborativo empezó entre 2012 y 2013 en el sector turístico y sigue extendiéndose en otros muchos sectores.

De acuerdo con la revista Time, el Consumo Colaborativo es una de las 10 grandes ideas que cambiarán el mundo. Además, Thomas Friedman, columnista del New York Times, considera que la economía colaborativa «crea nuevas formas de emprender y también un nuevo concepto de la propiedad». Por su parte, el Instituto Tecnológico de Massachusetts calculó el potencial del Consumo Colaborativo en cerca de los 100 mil millones de euros, cuando en la actualidad supera los 23 mil millones, generando unos beneficios anuales de más de 3000 millones, según la revista Forbes.

«Ahora vivimos en un mundo global donde podemos imitar los intercambios que antes tenían lugar cara a cara, pero a una escala y de una manera que nunca habían sido posibles. La eficiencia de Internet, combinada con la capacidad de crear confianza entre extraños ha creado un mercado de intercambios eficientes entre productor y consumidor, prestador y prestatario, y entre vecino y vecino, sin intermediarios», en palabras de Rachel Botsman y Roo Rogers, que en su libro, manual de referencia para el Consumo Colaborativo, estructuran una amplia selección de ejemplos en 3 grandes esquemas:

1. Sistemas basados en productos | Contrapuesto a las industrias tradicionales basadas en modelos de propiedad privada individual y que consiste en pagar por el beneficio de utilizar un producto sin la necesidad de adquirirlo, como por ejemplo compartir coche o el alquiler de coches P2P entre usuarios.
2. Mercados de Redistribución | Para redistribuir los bienes usados desde donde no se necesitan hasta donde sí se necesitan, como por ejemplo los mercados de intercambio o de objetos de segunda mano. En algunas plataformas los productos pueden ser gratuitos, en otras se intercambian y en otras se venden. Con el tiempo, Redistribuir puede convertirse en la 5ª ‘R’ del movimiento verde, junto con Reducir, Reutilizar, Reciclar y Reparar.
3. Estilos de vida colaborativos | Porque no solo se pueden compartir o intercambiar bienes o productos materiales sino que en la actualidad personas con intereses comunes se están juntando para compartir e intercambiar bienes menos tangibles como tiempo, espacio, habilidades o dinero, como los bancos de tiempo, los préstamos entre particulares, los espacios de coworking, los huertos urbanos o el alquiler de habitaciones a viajeros.

Los críticos del Consumo Colaborativo afirman que este movimiento basado en compartir no es un invento nuevo porque existía desde siempre. Y el argumento es cierto porque el Consumo Colaborativo no es una idea nueva, pero las nuevas tecnologías han potenciado este servicio a sus altos niveles actuales en relación a su alcance, eficiencia y escalabilidad.

Fuente: coworkingspain.es