Variedades chilenas ayudan a aumentar las exportaciones de lupino dulce.

De las cinco variedades desarrolladas, alboroto, aluprot, rumbo y victor son las que cuentan con el mayor potencial para ser enviadas al extranjero.

“Si hasta hace cuatro años cerca del 90% del lupino dulce que se producía en Chile se dirigía a la alimentación de salmones, hoy esa cifra debe haber caído hasta el 40% o 50%. Todo el resto se ha comenzado a exportar”, afirma Andrés Pavic, encargado de comercio exterior de la exportadora Nama Internacional, refiriéndose al actual panorama del lupino dulce en el país.

Si bien son varios los factores detrás de esto, como el aumento de la demanda internacional por lupino dulce y las buenas condiciones agroclimáticas y sanitarias del país, una de las más importantes ha sido el desarrollo de variedades locales que responden a las características que requieren los mercados más exigentes.

“La mayoría de las nuevas variedades chilenas cumple con estándares exportables, lo que fundamentalmente se centra en tener un grano con alta calidad, es decir, que este no arribe a destino con manchas ni daños, lo que es muy apreciado por las zonas de mayor demanda como Medio Oriente y Europa”, asegura Ricardo Anríquez, experto en lupino de Semillas Baer.

De las cinco variedades de lupino dulce desarrolladas en Chile, cuatro —alboroto, aluprot, rumbo baer y victor baer— son las que, según los expertos, cuentan con mayor potencial para la exportación.

– Alboroto

Esta variedad de lupino blanco, desarrollada por el INIA, se caracteriza por producir un grano de calibre pequeño —entre 7 y 9 mm—, de cutícula resistente y por no desarrollar impurezas como manchas.

“Si bien los mercados extranjeros, en general, prefieren los granos de gran tamaño, por sobre los 10 mm, esta variedad se vende muy bien en países como Egipto, donde se privilegia principalmente el precio de venta”, afirma Andrés Pavic.

Alboroto destaca además por tener una buena concentración de proteína —entre 38% y 42%—, lo que también la transforma en una excelente alternativa para la industria salmonera.

Según Mario Mera, investigador del INIA Carillanca, esta variedad, que es capaz de alcanzar un potencial productivo de 4 t/ha, suele transarse en el mercado a un valor de $200 por kg y alcanzar retornos cercanos a $400.000 por hectárea.

La producción y multiplicación de semillas de alboroto se encuentra asociada al pago de un royalty a INIA.

– Aluprot

Esta variedad amarilla, desarrollada por el CGNA —Centro de Genómica Nutricional Agroacuícola—, destaca por producir un grano de alto calibre —entre 10 y 11 mm—, y tener una concentración de 60% de proteína —la más alta de las variedades chilenas—, una buena solubilidad y una alta cantidad de aminoácidos esenciales, como luteína, zeaxantina y beta-caroteno, lo que la convierte en una excelente opción para ser exportada a mercados extranjeros o usada en la industria salmonera.

Esta variedad tiene una base productiva que oscila entre 2,5 t/ha y 3 t/ha, aunque eventualmente puede llegar a las 6 t/ha.

“En el peor de los casos la rentabilidad promedio de aluprot será de $150.000/ha, aunque si se alcanza el máximo potencial de rendimiento, esa cifra podría subir fácilmente a $500.000/ha”, asegura Haroldo Salvo-Garrido, director del CGNA. En la actualidad la licencia de esta variedad, que permite su producción y multiplicación, se encuentra bajo el control de NG-Seeds, una empresa conformada por 5 cooperativas mapuches.

– Rumbo baer

Esta variedad, que fue desarrollada por Semillas Baer, destaca por producir un grano de alto calibre, que oscila entre 9 y 12 e incluso 14 mm, de color blanco y cutícula dura que lo protege de imperfecciones.

Si bien hasta hace unos años solo era usada por la industria salmonera, debido a que cuenta con una buena concentración de proteína —35-36%—, en el último tiempo ha comenzado a ser exportada a países como Israel, Líbano y Palestina.

Esta variedad, que puede alcanzar rendimientos cercanos a las 2-3 t/ha, tiene un precio en el mercado que llega a alrededor de $200/kg. Por lo mismo Ricardo Anríquez calcula que los productores pueden obtener una rentabilidad de alrededor de $300.000 por hectárea.

La producción y multiplicación de rumbo se encuentra asociada al pago de un royalty a la empresa Semillas Baer.

– Victor baer

Esta variedad blanca, desarrollada por Semillas Baer, destaca por tener un calibre de entre 8 y 11 mm y una concentración de proteínas de 42%-43%, pero también por producir un grano que en algunas ocasiones puede presentar algunos problemas físicos como manchas, roturas de cutículas o partiduras.

“Por lo mismo, su producción está orientada principalmente al mercado interno, para la alimentación de salmones”, asegura Ricardo Anríquez.

Max Boehmwald, gerente agrícola de Granotop, afirma que en el último tiempo esta variedad comenzó exportarse de forma incipiente.

“Del total de lupino dulce exportado en los últimos dos años, victor no debe representar más del 10% del total”, asegura.

Esta variedad, que tiene un potencial productivo de entre 2 y 3 t/ha, puede alcanzar una valorización en el mercado de 200/kg, lo que permite aspirar a rentabilidades de hasta $300.000 /ha.

La producción y multiplicación de victor se encuentra asociada al pago de un royalty a la empresa Semillas Baer.

Dónde y cuándo sembrar

Estas variedades son capaces de rendir bien en prácticamente todo el país, aunque si se desean alcanzar los máximos potenciales productivos lo mejor será establecerlas en la zona sur.

“El lupino dulce, en general, funciona muy bien en suelos ácidos, blandos, que contengan buenas concentraciones de materia orgánica y en ambientes donde llueva en primavera. Este requerimiento lo cumplen muy bien las zonas que van desde Los Ángeles, pasando por toda la Araucanía, hasta Purranque u Osorno”, comenta Ricardo Anríquez.

Una de las zonas que presenta las mejores condiciones para la siembra del lupino es la Región de La Araucanía. De hecho, alrededor del 90% de las 20 mil hectáreas que existen en Chile, se encuentran allí.

Las fechas de siembra dependerán de cada variedad. Así, por ejemplo, mientras alboroto y rumbo deben ser establecidas entre abril y junio, victor debe ser sembrada entre el 15 de julio y fines de agosto, y aluprot entre mayo y junio.

“Si la siembra se hace en las fechas correspondientes, la cosecha podrá iniciar en la segunda quincena de enero, en las zonas más secas, mientras que las más húmedas se dejan para febrero e incluso marzo”, afirma Ricardo Anríquez.

Fuente: https://www.elmercurio.com