¿Y si nos centramos en las cooperativas?

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Luis Robert Investigador Idea País
Para quienes creemos que la libertad de asociación es necesaria para una eficiente asignación de recursos en la economía, creemos también que es necesario promover una mayor diversidad de organización empresarial, sobre todo aquellas que aportan beneficios sociales que el mercado no internaliza. El aporte ético de las cooperativas, la consideración de los trabajadores como parte esencial y no accidental de las empresas.

Hemos presenciado un largo debate entre las empresas más importantes del mercado lechero. Por una parte, Watt’s, Nestlé y Soprole y, por otra, la Cooperativa Agrícola y Lechera La Unión Ltda. (Colún). Si bien esta controversia tiene varias dimensiones, la discusión se ha enfocado en cuestionar el modelo económico cooperativoignorando su valor social y las razones no económicas que también ayudan a entender su éxito, cuando son acompañadas por adecuados incentivos y el apoyo de la sociedad.

Por una parte, si bien existen varios mitos sobre el cooperativismo ―en Chile han sido acusadas tanto de encubrir el capitalismo como de propiciar el socialismo―, hay abundante evidencia empírica que relaciona la mayor productividad de éstas con la participación de los trabajadores en el gobierno de la empresa, la satisfacción laboral de los mismos e incluso el mayor valor de las ganancias en este tipo de organizaciones. Además, existen datos sobre su aporte ético al desarrollo socioeconómico, precisamente porque, sin dejar de ser rentables, parten de un paradigma donde la empresa se entiende como una “comunidad de personas”, propiciando un equilibrio virtuoso entre capital y trabajo.

¿Qué caracteriza, en el fondo, a las cooperativas? ¿Qué las hace atractivas? En el actual escenario chileno, tres son las razones por las cuales sería deseable promover el cooperativismo, tanto desde el punto de vista de quienes buscan generar emprendimiento, los actores de la sociedad civil en general, como desde el rol del Estado.

Las cooperativas institucionalizan la solidaridad, haciendo más fácil la posesión efectiva de una visión compartida y una dirección inclusiva de la corporación.

En primer lugar, en una cooperativa los trabajadores no son un accidente de la empresa, sino parte esencial de la misma. Ello dispone a que éstos aprecien los bienes que ella produce y se sientan parte de sus resultados. Además, la deliberación de las decisiones comunes por parte de todos los miembros de la organización conlleva a que se tenga una visión concreta del bien común corporativo, permitiendo superar la separación que a veces existe entre los miembros, abriendo espacio para que las empresas se entiendan como comunidades de pertenencia.

En segundo lugar, las cooperativas son empresas democráticas. Es decir, las decisiones se deliberan entre todos quienes tienen participación y no un grupo acotado de controladores, lo que permite, por lo mismo, mitigar los eventuales conflictos que se produzcan, haciendo posible la armonía al interior de la comunidad. En una sociedad donde la confianza es un bien cada vez más escaso, sobre todo en las empresas, es esencial recuperar las buenas prácticas relacionadas con el diálogo y el encuentro, tanto al interior de la propia organización, como entre ésta y el entorno social. De esta forma, las cooperativas se caracterizan no sólo por promover una sana relación interna, sino también una inserción sustentable con el medio ambiente.

Por último, las cooperativas tienen una constitución y estructura específica, que permite que las ganancias o éxitos financieros de la corporación, se contextualicen e integren a una visión más amplia e integral del bienestar humano. En las cooperativas no es sólo posible que la actividad económica sea rentable, como ocurre en cualquier empresa convencional, sino que también es posible el desarrollo de acciones virtuosas de sus miembros, que van más allá de los aspectos materiales de las organizaciones, como el trabajo bien hecho, el compañerismo, la solidaridad mutua, etc. En muchos sentidos, el éxito a largo plazo de las corporaciones depende vitalmente de este tipo de habilidades y virtudes.

En el fondo, las cooperativas institucionalizan la solidaridad, haciendo más fácil la posesión efectiva de una visión compartida y una dirección inclusiva de la corporación. Para quienes creemos que la libertad de asociación es necesaria para una eficiente asignación de recursos en la economía, creemos también que es necesario promover una mayor diversidad de organización empresarial, sobre todo aquellas que aportan beneficios sociales que el mercado no internaliza. El aporte ético de las cooperativas, la consideración de los trabajadores como parte esencial y no accidental de las empresas, así como también su compromiso con el cuidado del medioambiente y la calidad de los productos, debe llevarnos a pensar este debate con mayor seriedad.

Es necesario ir más allá de una polémica mediática y abrirnos a flexibilizar el paradigma actual que conocemos de empresa, donde tanto las empresas convencionales como las cooperativas, tengan espacio y un lugar concreto desde donde aportar.

Fuente: ElLibero