Perdidos en la transición

Resultado de imagen para OCTAVIO SOTOMAYORVehículos autónomos, big data, energía solar, ecología, millennials. Pero también la posibilidad de repetir la crisis financiera de 2008 (un nuevo crash, quizás más intenso), los efectos del cambio climático, la crisis de los migrantes en Europa y Estados Unidos o eventuales nuevas guerras que involucren a los países industriales.  Nos adentramos rápidamente en el siglo XXI, sin saber qué pasará realmente con todos nosotros en los próximos años. El capitalismo y la sociedad mundial siguen evolucionando, aunque nadie sabe muy bien hacia dónde nos dirigimos.

En su libro clásico, La Gran Transformación, el economista húngaro Karl Polanyi señaló que la Inglaterra de mediados del siglo XIX fue incapaz de prever la instalación del capitalismo. “En la víspera de la más grande revolución industrial de la historia, no se percibía ningún signo, ningún presagio. El capitalismo llegó sin haber sido anunciado. Nadie previó la aparición de una industria basada en la máquina: fue una sorpresa completa”.

A más de 150 años de ese momento, nos encontramos nuevamente perdidos en la transición. Sabemos que existen fuerzas inmensas que están haciendo mutar a nuestra sociedad, pero no tenemos claridad acerca de lo que resultará de este proceso. Estamos en transición hacia otro tipo de sociedad, pero nadie sabe cuáles serán sus rasgos fundamentales.

Pero hay voces que pueden servir de puntos de referencia. Una de ellas es la de Jeremy Rifkin, quién señala que las sociedades se modelan en función del patrón energético adoptado para hacerlas funcionar: fue así con el vapor en la sociedad industrial del siglo XIX y con la electricidad y el petróleo en la sociedad moderna del siglo XX.

Actualmente, el rápido surgimiento de millones de pequeños proyectos que generan su propia energía basándose en diversas fuentes (solar, eólica, otros) están dando forma a otro tipo de sociedad, el “capitalismo distribuido”del siglo XXI.

Esta lógica se potencia gracias a las posibilidades de coordinación que brinda Internet, como lo demuestran el veloz desarrollo de empresas tales como Uber (transporte) o Airbnb (alojamiento), o el surgimiento de los sistemas de bicicletas compartidasen Santiago, o de nuevos mecanismos de financiamiento (crowdfunding) para editar un disco o para apoyar un proyecto ambiental en la Patagonia.

Si eso es cierto, nos dirigimos hacia una sociedad cada vez más consciente y democrática, en donde la tendencia será la descentralización y el trabajo en red. Para decirlo en pocas palabras: wikipedia, wikieconomía, wikipolítica.Tal como en la Inglaterra del siglo XIX, es probable que no nos demos cuenta de que en muy pocos años más estaremos viviendo bajo otro paradigma.

Bajo estas premisas organizamos hoy el trabajo de INDAP con la agricultura familiar: utilización masiva de la energía solar para proyectos de riego y otros emprendimientos productivos; agroecología y reciclaje de desechos; desarrollo de cooperativas y de otras formas de organización social; diálogo intercultural con los pueblos originarios; trafkintus y promoción de variedades tradicionales para preservar la biodiversidad; comercio justo y circuitos cortos de comercialización; redes de innovación coordinadas a través de Internet; uso de infraestructura y de maquinaria en común; alianzas y encadenamientos de los pequeños productores con grandes empresas aplicando el enfoque de Valor Compartido; co-construcción de políticas públicas, en la que participan nuestros usuarios en forma decisiva; sistemas de control social para monitorear el trabajo de los organismos del Estado; Economía Colaborativa, lo que incluye producción, consumo, financiamiento y conocimiento colaborativo. Estos son algunos de los conceptos que animan el actual trabajo del INDAP y que creemos están en sintonía con los cambios societales que están por  venir.

Este enfoque también debiera servir para pensar a una escala más amplia, para pensar acerca del Chile que viene.

Acabamos de salir de una elección municipal y nos preparamos para la elección presidencial en un año más.Es el momento de detenerse a evaluar lo que hemos realizado y decidir cómo proyectar lo que realizaremos en el futuro. Necesitamos promover nuevos modelos de producción y de consumo, nuevas maneras de vivir y de pensar, que sean capaces de construir una sociedad diferente.

Queremos mercados éticos, cooperativos, cívicos, en donde el consumidor juega un rol activo y en donde las ganancias de un negocio se compartan entre el empresario y la comunidad.

El país crece, ciertamente más lento de lo que quisiéramos, pero crece a pesar de las incertidumbres externas e internas. Y en ese contexto se desarrolla un debate que por momentos es áspero y conflictivo, pero que es propio de toda sociedad democrática contemporánea, en donde todas las instituciones son observadas y criticadas.

Nos parece que este fenómeno es sano y constructivo, y que sin duda dará origen a instituciones que tengan una nueva legitimidad. Sólo esta condición será capaz de generar una sociedad más inclusiva y más democrática, más fuerte y equilibrada, que tenga la capacidad de insertarse con éxito en esta nueva fase que vive el capitalismo mundial.

El destacado escritor francés Victor Hugo señalaba que no hay nada más poderoso que una idea, a la cual le ha llegado su hora.

Bien, pues hay numerosas ideas que no son nuevas, pero que han adquirido gradualmente un nuevo vigor: la solidaridad, el desarrollo sustentable, la participación social y otra menos conocida, en la que hay que profundizar y por la que hay que apostar, la Economía Colaborativa.Estos valores serán capaces de orientarnos en esta transición compleja frente a la cual no podemos fallar.

FUENTE: OPINION.COOPERATIVA.CL