Asociatividad y nueva Región de Ñuble

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La asociatividad, aunque no corresponde a un fenómeno nuevo en Chile, se presenta como una alternativa innovadora que está en pleno desarrollo en nuestro país y que ha mostrado a nivel internacional ser una herramienta útil para potenciar la capacidad de los gobiernos locales en materia de inversión pública local, optimización de recursos, captación de recursos humanos y transferencia de conocimientos. De hecho, la unión municipal es muy usada en países como España y Suiza, donde más del 70% de los gobiernos locales tienen acuerdos de colaboración.

A nivel local, sin embargo, la incertidumbre se ha instalado en torno a la continuidad de asociaciones de municipios como las de Valle del Itata y Laja-Diguillín, pues varias de las nuevas autoridades y las que fueron reelectas el pasado 23 de octubre, según ha trascendido, no verían con buenos ojos esta asociatividad, sobre todo por la tensión que se ha producido en torno a la nueva configuración político-administrativa que traerá la Región de Ñuble.

De ser efectiva esta disposición a quebrar las agrupaciones, se corre el riesgo de retroceder en materia de gestión, pues precisamente la unión entre municipios pertenecientes a determinadas áreas geográficas, para gestionar en grupo iniciativas de inversión ante el poder central, ha sido una eficaz herramienta y por tanto, debería seguir profundizándose.

La asociatividad tiene importantes ventajas, principalmente para los gobiernos locales más pequeños, ya que a través de un trabajo conjunto entre varios municipios es posible aprovechar de mejor forma las economías de escala para contratar con proveedores, adquirir bienes (maquinaria, por ejemplo) que se comparten entre los entes locales y también contratar profesionales que presten asesorías y apoyo a más de una municipalidad, pudiendo acceder a personal más capacitado y con experiencia.

Por otra parte, actuar de manera conjunta ante el gobierno central genera una fuerza de presión mayor y permite conseguir ser oídos y probablemente más recursos para ser distribuidos a nivel local.

Sin embargo, representar a municipios vecinos territorialmente, pero distantes en cuanto a la filiación política de sus autoridades, también supone una gran responsabilidad y requiere de una gestión transparente, inclusiva y muy eficiente, ya que la disparidad de realidades comunales es enorme y existe un importante número de entes locales que apenas logran realizar su gestión con pocos recursos y déficit de personal preparado, lo que reduce sus posibilidades de optar a fondos públicos.

Esta debilidad, que forma parte de la realidad de muchos gobiernos locales, debiera ser suplida a través de una instancia de asociatividad que les permita contar con más fondos y respaldo de gestión, y el aprovechamiento, en general, de acciones conjuntas que resultan mucho más exitosas que si se realizaran de manera individual.

La creación de la Región de Ñuble contribuirá a un proceso de descentralización interno, donde las comunas irán adquiriendo mayor autonomía, pero también más responsabilidades y no todos los municipios están actualmente preparados para asumir un desafío de esta naturaleza. Por lo mismo, las asociaciones de municipalidades tienen una gran tarea por delante, cual es preparar a los gobiernos locales para administrar una mayor descentralización. De lo contrario, se corre el riesgo de que el centralismo al interior de la nueva región aumente y las comunas vayan creciendo cada vez con más desequilibrio, todo lo contrario a lo que se busca con el proyecto independentista de Ñuble.

FUENTE: LADISCUSION