Cómo sacarle el jugo a la Economía Naranja

Sin embargo, hay sectores menos vulnerables a estos cambios estructurales como la automatización. Se trata de las industrias creativas o economía naranja, que incluyen al arte, la cultura, el diseño y la arquitectura, entre otros, que son parte de la economía de los servicios. Al año 2017, unas 60 mil empresas en Chile -equivalentes al 5% del total- se pueden clasificar en esta categoría.
El modelo de desarrollo chileno, basado en la producción y exportación de recursos naturales, ha ido reduciendo su capacidad de apuntalar el crecimiento. En paralelo, la cuarta revolución industrial desafía a casi todas las industrias. Por ejemplo, un estudio de la Ocde estima que la automatización podría terminar con el 43% de los empleos en el mundo y con el 53% de los puestos de trabajo locales.
Sin embargo, hay sectores menos vulnerables a estos cambios estructurales. Se trata de las industrias creativas o economía naranja, que incluyen al arte, la cultura, el diseño y la arquitectura, entre otros, que son parte de la economía de los servicios. Al año 2017, unas 60 mil empresas en Chile -equivalentes al 5% del total- se pueden clasificar en esta categoría.
¿Cómo lograr que estas industrias contribuyan al crecimiento? Un elemento esencial es la educación y la formación del pensamiento creativo. Un estudio reciente de Rice University midió los efectos de la educación artística en un grupo de alumnos tras un período de tres años. Los resultados revelaron mejoras significativas en atributos como el compromiso, la empatía, la escritura y la convivencia en el ámbito escolar; todas habilidades claves para el pensamiento creativo y cada vez más demandadas en el mercado laboral.
Otro aspecto es la creación de una cultura filantrópica que promueva el desarrollo de las industrias creativas. Aunque el marco regulatorio chileno ha dado pasos progresivos para institucionalizar la filantropía, las empresas aún deben cumplir una serie de elevados requisitos para realizar donaciones. De lo contrario, se exponen a que sus aportes sean considerados gastos rechazados, recibiendo una importante multa. Además, en muchos casos la donación debe ir dirigida a un proyecto específico -que la ley define- y no a instituciones, por más que estas demuestren excelencia en su labor y un desempeño con alto impacto social.
Es clave también avanzar en flexibilizar el marco laboral, diseñado aún bajo una lógica industrial del siglo pasado. Establecer jornadas por hora, profundizar pactos individuales de adaptabilidad laboral, -como propone el actual proyecto en discusión- y corregir el marco de la negociación colectiva, entre otros, son elementos que avanzan en la dirección correcta, a diferencia de querer obligar por ley a reducir las horas trabajadas.
La economía naranja puede ser una oportunidad para Chile, en el marco de un desarrollo integral de la economía de los servicios. En un mundo que vive cambios profundos asociados a la disrupción tecnológica, debemos aprender a pensar distinto.
Fuente: latercera.com
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