Por Manuel Bello, presidente de COPELEC
La reciente conformación de la Asociación Nacional de Cooperativas de Chile, bajo la denominación de Cooperativas Chile y el liderazgo de Siria Jeldez, presidenta de Coopeuch, es un hecho que sin duda marca un precedente en el mundo cooperativo chileno, no solo por la mayor visibilidad y representación que entregará a este vital sector económico del país, sino porque da cuenta del fortalecimiento del trabajo asociado como alternativa futura sustentable para la economía chilena.
En nuestro país son más de 2800 las cooperativas activas, siendo las del área agroalimentaria experiencias particularmente exitosas por promover los valores del trabajo colaborativo. Es el caso de Chiloé Gourmet, Cooperativa Campesina Punta Chilen, cuyos esfuerzos han logrado consolidar una actividad productiva y comercial sustentada en el ajo chilote. También es el caso de las diversas cooperativas de berries que han tenido un realce importante en la novena región, tales como Multiberries Gorbea, Cooperativa Campesina Boroa o Cooperativa mapuche Rewe, iniciativas que junto con mejorar las condiciones de vida de sus integrantes han logrado generar un desarrollo productivo sustentable, amigable con el medio ambiente y con atributos territoriales, como lo requiere la economía del futuro.
En mis doce años al servicio de esta forma de acción económica, he podido conocer y comprender las reales necesidades de asociatividad del mundo rural agrícola y vitivinícola de la Región de Ñuble, siendo ésta la única alternativa real y válida para generar un polo de desarrollo que les permita competir con los grandes mercados.
Es así como hoy vemos consolidadas dos importantes cooperativas vitivinícolas en el territorio, como son la Cooperativa Agrícola y Vitivinícola Cerro Negro de Quillón, Coovicen Ltda. y la Cooperativa campesina Viñas de Guarilihue, en Coelemu, posicionadas hoy como empresas con un sello territorial y que promueven la sostenibilidad económica, social y medioambiental.
En un país con más de 300 mil agricultores, donde cada uno posee en promedio alrededor de 6 hectáreas, es imposible crecer y competir si no es mediante el trabajo asociado.
Es por ello que hoy se hace urgente la asociatividad y el trabajo colaborativo, no sólo por la posibilidad de generar polos de desarrollo sostenibles y competitivos, sino también porque como sociedad necesitamos cada vez más empresas democráticas, basadas en valores y con el objetivo no solo de generar riquezas sino también de construir un mundo mejor a través de la cooperación.