Desarrollo económico y apoyo estatal llevan a Chile a ser líder en emprendimiento social

Resultado de imagen para emprendimiento socialConvertido en el referente latinoamericano para los emprendedores sociales, el país todavía tiene un largo camino por recorrer, en especial en temas relacionados con el financiamiento y la desigualdad.

Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Singapur, Israel y Chile. Esos son los mejores países para el emprendimiento social, según un reciente estudio de Thomson Reuters Foundation que ubicó a nuestro país por sobre otras naciones desarrolladas y, evidentemente, superando a las otros países de América Latina.

Históricamente, Chile ha sido bien valorado por su libre mercado y por las facilidades que ofrece para el florecimiento de nuevos negocios, pero el emprendimiento social es algo relativamente nuevo, pues mezcla buenas ideas de negocios para ayudar a resolver problemas sociales y ambientales, dándole prioridad al bienestar social.

Según Hernán Cheyre, ex vicepresidente ejecutivo de Corfo y actual director del Instituto de Emprendimiento de la UDD, la percepción de que Chile es un buen lugar para emprender socialmente es consecuencia de que el país es fértil para emprender en general. En ese sentido, explica que según datos del Global Entrepreneurship Monitor, la proporción que está desarrollando un emprendimiento en etapas tempranas es de 26,8%, una de las tasas más altas de la OCDE.

«Una característica de Chile que lo hace un buen lugar para emprendedores sociales es la existencia de una potente red que interconecta a los distintos actores en este proceso, que incluye agencias gubernamentales, ONG, redes de mentores, incubadoras y centros universitarios que apoyan el emprendimiento social», dice Cheyre, agregando que de forma paulatina se ha fortalecido la idea de que importantes problemas sociales específicos, que el Estado no puede ni ha podido resolver adecuadamente, pueden ser abordados por emprendedores que utilizan herramientas de gestión propias del mundo empresarial, pero que le agregan un propósito especial a su iniciativa.

Ximena Muñoz, creadora de las lámparas solares Suli, apunta que parte del éxito que ha alcanzado el país en la materia se vincula también con que Chile se ha desarrollado rápido con relación a sus vecinos. «Hay una generación de jóvenes/adultos que han tenido muchas oportunidades y con una educación muy global, que están tomando estos problemas y los transforman en modelos de negocios con impacto social muy grandes y a la vez sumamente rentables», dice.

Junto con TECHO, uno de los casos de emprendimiento social más exitosos que han surgido de la cantera chilena, es Algramo, compañía que desarrolló un modelo que permite a los sectores vulnerables adquirir productos al por menor, pero pagando precios al por mayor, que son más económicos. Su fundador, José Manuel Moller, comenta que ha sido clave en el desarrollo del ecosistema chileno el apoyo del Estado, a través del Ministerio de Economía y de Corfo, así como también el aporte que han realizado organizaciones como Sistema B, Socialab y Ashoka. «El factor determinante de este ambiente virtuoso es que los profesionales que están egresando de los centros de formación técnica o de universidades ya no solo están buscando el éxito económico, sino que organizaciones con propósito, y con impactos sociales de pequeña, mediana o gran escala; lo que hace que cada vez más jóvenes talentosos estén empujando el movimiento de las empresas sociales», explica.

Pablo Godoy, quien lidera el proyecto La Chimba, que busca construir un nuevo polo gastronómico en Antofagasta de la mano de la comunidad local, cree que la clave de Chile como un líder en emprendimiento social está dada por la solidaridad que caracteriza al pueblo. Apunta, eso sí, que falta emprender desde la base, ya que no basta con ayudar en Navidad o en alguna fecha especial. «Muchos de los emprendedores sociales de hoy no necesitan un título o un doctorado para generar impacto en la sociedad, solo buscan forjar cambios reales generando oportunidades y buscando una colaboración, que me parece que nos faltaba comprender».

«Lo interesante en los últimos cinco años ha sido la emergencia de un nuevo movimiento de empresas que, usando las reglas del mercado, han colocado en su misión el resolver diversas problemáticas sociales y ambientales. En este sentido, no es casualidad, por ejemplo, que el movimiento de Empresas B en Latinoamérica haya partido desde Chile. Y que el país cuente hoy con la mayor proporción per cápita en el mundo de los emprendimientos sociales certificados por Sistema B», agrega por su parte Rodrigo Mobarec, cofundador de Ciudadano Inteligente y consultor en innovación social y sostenibilidad.

Trabajo pendiente

Con todo lo que ha avanzado Chile en materia de emprendimiento social, aún quedan varias cosas por hacer. Según Hernán Cheyre, una de las más relevantes es la relacionada con el financiamiento, ya que hoy la mayoría de los emprendedores sociales sacan adelante sus proyectos con recursos propios o familiares. Ximena Muñoz agrega que persisten problemas de desigualdad social, descentralización y falta de oportunidades, que coartan el emprendimiento social.

Por su parte, José Manuel Moller cuenta que si bien cada vez hay más convocatorias para iniciativas sociales, aún falta mucho por hacer en la vinculación directa de los emprendedores con los barrios y sus problemáticas.

FUENTE: ESTARTEGIA