ECONOMIA SOCIAL, UNA HERRAMIENTA GENUINA

ecosocialOfrece la posibilidad de una participación directa a las personas para actuar en el territorio, entendido este no sólo como un espacio físico sino como todo lo que hay y se desarrolla en él. Así, se generan procesos participativos que no sólo fortalecen a la ciudadanía, sino también a las prácticas democráticas y asociativas.

Cuando nos referirnos a la Economía Social no encontramos una única definición dado que es un concepto polisémico y aún se encuentra en construcción. No obstante, hay consenso de que es una alternativa para construir una economía al servicio del individuo y de la sociedad.

Si bien el término Economía Social apareció por primera vez en la literatura económica hacia 1830 ligado a un enfoque moral de la economía, los economistas sociales como se denominó a los pensadores franceses que se encontraban bajo este enfoque, no cuestionaban al capitalismo liberal de la época. Fue hacia finales del siglo XIX, cuando se caracterizó el término bajo los valores del asociacionismo democrático, el mutualismo y el cooperativismo creándose organizaciones bajo estas formas jurídicas.

De todas maneras, no alcanzó un lugar destacado dentro de los sistemas económicos establecidos. A partir de la década de los 70’, a raíz de la crisis de los Estados de Bienestar, la imposibilidad tanto del sector público como del mercado para dar soluciones genuinas a problemas económicos y sociales existentes, el surgimiento de nuevas necesidades y de sociedades más complejas debido a los cambios sociodemográficos y económicos, algunos encontraron en la Economía Social, una herramienta para dar respuesta a estos temas y otros, una vía para reemplazar al sistema capitalista. Resurge así, renovado, el concepto de Economía Social con características más definitorias.

Más allá de lo dicho inicialmente para ser precisos cuando nos referimos aquí a la Economía Social, se considera la definición elaborada por José Luis Monzón y Rafael Chaves para el Comité Económico y Social Europeo (CESE). La misma contempla por un lado, “a las empresas privadas organizadas formalmente, con autonomía de decisión y libertad de adhesión, creadas para satisfacer las necesidades de sus socios a través del mercado, produciendo bienes y servicios en las que la eventual distribución entre los socios de beneficios o excedentes, así como la toma de decisiones no están ligadas directamente con el capital o cotizaciones aportados por cada socio, sino que corresponde un voto a cada uno de ellos, o se llevan a cabo mediante procesos democráticos y participativos”. Dentro de este conjunto de organizaciones, encontramos a las cooperativas, mutuales, empresas sociales y recuperadas. Por otro lado también agrupa a aquellas “organizaciones privadas organizadas formalmente con autonomía de decisión y libertad de adhesión que producen servicios no de mercado a favor de las familias, cuyos excedentes, si los hubiera, no pueden apropiarse los agentes económicos que los crean, los controlan o los financian”. En este grupo se encuentra el tercer sector (organizaciones de la sociedad civil), organizaciones no gubernamentales y entidades sin fines de lucro.

No obstante, existen autores que toman parte de la Economía Social como integrante del tercer sector siendo éste último más amplio a lo expuesto y otros, como sinónimo. A su vez, hay autores que se refieren a la economía solidaria o le agregan el vocablo solidaria a la Economía Social para referirse de forma análoga y otros, lo agregan para incorporar elementos y medios alternativos a los del sistema capitalista.

ROL CLAVE
¿Por qué es importante la Economía Social en el desarrollo territorial? Porque brinda la posibilidad de una participación directa a las personas para actuar en el territorio, entendido éste no solo como un espacio físico sino como todo lo que hay y se desarrolla en él: personas, cultura, valores, recursos naturales, medios productivos, sistema socioinstitucional y político, empresas productoras de bienes y servicios, instituciones educativas y científico – tecnológicas, infraestructura, sistema financiero, conocimientos, redes. Esta mayor participación no solo fortalece a la ciudadanía, sino también a las prácticas democráticas y asociativas.

Dada su proximidad con el territorio logra captar las necesidades específicas que éste tiene, por lo que trata también de dar respuestas específicas a esa realidad. La variedad de organizaciones, con múltiples cometidos hace que estén presentes en todo el territorio. A su vez, la flexibilidad, creatividad y capacidad de adaptación e innovación, son virtudes que cuentan estas organizaciones, permitiéndoles acompañar la dinámica de los cambios, la complejidad y diversidad social.

También resulta una herramienta importante para incorporar a la formalidad a emprendimientos y personas, mejorar las condiciones de trabajo y crear empleos locales, ocupados por personas del territorio. Moviliza y reinvierte recursos autóctonos y activa procesos de desarrollo endógeno.

Otorga autonomía y desarrolla capacidades de los colectivos para la gestión de sus recursos y de sus organizaciones de acuerdo a sus principios y cometidos, alcanzando modos eficientes de gestión y administración.
Asimismo, la sensibilidad que presenta ante los intereses y problemas sociales contribuye a promover y reivindicar derechos sociales de distintos colectivos de la sociedad. Como también a enseñar y trabajar en valores como solidaridad, igualdad, cooperación, colaboración, el bien común, trabajo, libertad, respeto y reciprocidad. Además, favorece a la cohesión social.

Planteadas estas ventajas como las más relevantes y dada la similitud de sus fines con los de los gobiernos locales, ¿por qué no incorporar a la Economía Social en las prácticas y gestión de los municipios, complementando y articulando sus trabajos en el territorio?

Una forma es a través de la participación de la Economía Social en el diseño y/o implementación de políticas públicas. A través de los aportes de sus organizaciones, representativas de la sociedad o de una parte, se generan políticas públicas locales más eficientes dado que los actores involucrados en la temática participan en la definición del problema y elaboración de las acciones de respuesta. Aportan conocimientos, posibles soluciones, recursos y serían corresponsables de sus resultados. La creatividad, la innovación y dinamismo de la Economía Social ayuda a crear programas y acciones que superen las prácticas asistencialistas y potencien las capacidades locales.

No obstante hay que analizar los mecanismos para llevarlo a cabo, dado que se correría el riesgo que se utilice para intereses particulares si esas organizaciones comprendidas dentro de la Economía Social se crearon para aprovechar sus beneficios pero no interiorizan ni practican sus ideales. También puede resultar en mecanismos más burocráticos y complejos a los actuales o prestarse para que el municipio no asuma de forma responsable sus cometidos.

A modo de ejemplo el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay, organismo rector en políticas de infancia y adolescencia, realiza convenios con organizaciones de la sociedad civil para garantizar la atención de dicha población de forma conjunta y en el territorio.

A lo largo del tiempo, el Instituto ha generado instancias de coordinación y diálogo con las mismas que resultan en una variedad de modalidades de atención con el objetivo de brindar un cuidado integral y cercano a las necesidades de los niños y adolescentes, viéndose fortalecidas las organizaciones civiles e involucradas en el territorio.

Para concluir, a nivel territorial la Economía Social tiene un rol importante para expandir las capacidades del mismo pero para ello tiene que ser reconocida por los actores del gobierno local y el territorio, como también respetada, sin tergiversar sus cometidos ni alejarla de sus beneficios.

Fuente: Diario La Opinión