El impacto humano de la sequía en el medio rural de Chile

Chile sufre la sequía más extrema de su historia, en un proceso que dura casi una década. En estas condiciones el acceso al agua es cada vez más difícil, especialmente en zonas rurales y de bajos ingresos. Nuestra corresponsal indaga sobre el terreno las consecuencias de este proceso, en el que la dificultad del abastecimiento y la pobreza van de la mano. Gobernanza e inversiones en infraestructuras son la solución para este drama social y meteorológico

Cada día Eli, 45 años y madre de tres niños, camina alrededor de cinco horas, ida y vuelta, hacia la vertiente que le provee de agua para las diversas tareas que debe realizar en casa junto a su familia. Lavar la ropa, cocinar, ducharse o simplemente beber un vaso con agua fresca no son tareas fáciles para ella ni para las cerca de 50 familias que viven en la localidad rural de Alhué, en la zona central de Chile.

Desde hace aproximadamente 10 años, esta comuna enfrenta serios problemas para acceder al recurso hídrico y aunque el gobierno local dispone de un camión aljibe, que les entrega semanalmente 50 litros de agua por persona, no es suficiente para poder desarrollar una vida normal, que les permita vivir sin estar en función de la obtención de agua y pensando en qué sucederá si esa vertiente se seca.

Pero lo que pasa en la comunidad de Alhué es un reflejo de lo que sucede también en otras comunas de Chile, donde acceder al agua se ha convertido en una odisea, pues se trata de un recurso que ha ido escaseando, ya sea por la falta de lluvias y también de infraestructura idónea para que el agua llegue a las viviendas. Tras padecer años de lluvias escasas, Chile se enfrenta a una fuerte sequía que afecta a cerca del 76% de la superficie del país.

Esto es lo que evidencia el último estudio de la Fundación Amulén, Sequía en Chile: la brecha más profunda, el cual diagnostica y prioriza las principales comunas afectadas por la carencia de agua y por la vulnerabilidad, y lo hace tomando algunas conclusiones a las que llegó el documento Radiografía del Agua: Brecha y Riesgo Hídrico en Chile, elaborado por Escenarios Hídricos 2030 de Fundación Chile en 2018, el cual hace un análisis de la brecha hídrica (relación entre oferta y consumo de agua) de 25 cuencas en todo el país.

El rostro de la crisis hídrica en Chile

Rocío Espinoza, ex directora ejecutiva de la Fundación Amulén y actual asesora de la misma entidad, explica: “Lo que queríamos hacer con este estudio era ponerle un nombre a la carencia, pues el informe de la Fundación Chile, que mide cuál es la oferta y la demanda por comuna, nos mostraba un país lleno de colores, los que indicaban las brechas hídricas existentes en todo el territorio. Entonces, queríamos saber qué había debajo de esos colores, y además hacer un cruce con la vulnerabilidad, porque para nosotros el tema del acceso al agua va de la mano con el tema de la superación de la pobreza”.

“Para nosotros el tema del acceso al agua va de la mano con el tema de la superación de la pobreza” afirma Rocío Espinoza, de la Fundación Amulén

Para lograr esto se dieron a la tarea de identificar las cuencas con mayor brecha hídrica (relación entre la demanda del conjunto de actividades socioeconómicas y la oferta hídrica disponible en las fuentes abastecedoras), lo que les permitió agrupar a las comunas con mayor vulnerabilidad asociadas a éstas. Además, categorizaron comunas rurales que presentan problemas de suministro de agua potable en su abastecimiento y, por último, priorizaron y planificaron futuras intervenciones en agua potable rural en los territorios más críticos, en base a la carencia del recurso hídrico y la vulnerabilidad.

Esta Brecha Hídrica, o llamada también Índice de Escasez Hídrica, se divide en cuatro etapas:

  • Alta: Fuerte presión sobre el recurso hídrico, lo cual denota la urgencia de ordenar la oferta y la demanda. En esta etapa, además, la baja disponibilidad de agua es un limitante del desarrollo económico.
  • Media: Se debe realizar también el ordenamiento de la oferta y la demanda, asignando prioridades a los distintos usos, prestando atención a los sistemas acuáticos, para garantizar que reciban el aporte hídrico requerido para su existencia. En esta etapa, además, se indican inversiones para mejorar la eficiencia en la utilización de los recursos hídricos.
  • Moderada: Indica que la disponibilidad de agua se está convirtiendo en un factor limitador de desarrollo.
  • Baja: No se experimentan presiones importantes sobre el recurso hídrico.

Fundación Amulén realizó este análisis de Brecha Hídrica, tomando sólo 25 de un total de 101 cuencas hidrográficas existentes a nivel nacional, dejando fuera un 75% de ellas, tal como lo hizo Fundación Chile el 2018, pues no existe información, a la fecha, sobre esas cuencas. Tras esto, el consumo de agua se determinó sobre la base de la metodología de Huella Hídrica azul y verde.

  • Huella Hídrica azul: se refiere al volumen de agua fresca extraída de fuentes superficiales y/o subterráneas, por parte de los diferentes usuarios que no retorna al ambiente de donde se extrajo.
  • Huella hídrica verde: volumen de agua de lluvia utilizada por los sectores que aprovechan esta fuente para riego, principalmente el agrícola y forestal.

Tras el primer análisis de las cuencas y de definir aquellas con un Índice de Escasez Hídrico Alto, se agruparon las 26 comunas cercanas a estos sitios, para medir su vulnerabilidad socioeconómica. Para esto se utilizaron los segmentos D y E, definidos por la Asociación de Investigadores de Mercado, a través de la Encuesta de Presupuestos Familiares y Encuesta CASEN 2015, los que jerarquizan los hogares de Chile según su nivel de bienestar, y es la base para definir los grupos socioeconómicos a nivel nacional (GSE) y que mide, entre otros aspectos, el ingreso promedio familiar, el nivel educativo y la ocupación laboral, entre otros aspectos.

Y lo que pudieron comprobar, tras realizar el estudio, fue que de las 26 comunas pertenecientes a las zonas de Alta Brecha Hídrica de la zona norte y centro de Chile, gran parte de su segmentación socioeconómica rural pertenece precisamente a los segmentos D y E. Además, al sumar ambos segmentos, descubrieron que las 26 comunas tienen en promedio sobre un 80% de viviendas vulnerables, a excepción de Valparaíso (zona central), la cual escapa a la regla, con un 50% de sus hogares rurales vulnerables.

“Las previsiones indican que, en el largo plazo, las condiciones de disponibilidad de agua para zonas rurales en buena parte de Chile serán más complejas”

Dentro de estas comunas analizadas se encuentran, de norte a centro de Chile, Arica, Putre, Caldera, Copiapó, Tierra Amarilla, La Higuera, Vallenar, Paihuano, Vicuña, Andacollo, Monte Patria, Los Vilos, Cabildo, Papudo, Algarrobo, Casablanca y El Tabo, entre otras.

A la gobernanza le falta enseñar a gestionar

Además, el informe Sequía en Chile: la Brecha más profunda, dio a conocer las condiciones en que se abastecen las personas de cada una de las regiones y comunas afectadas, definiendo como carentes todas aquellas viviendas que no cuentan con abastecimiento por red de agua potable, es decir, aquellas viviendas que utilizan pozos o norias, camiones aljibes o ríos, vertientes, esteros o lagos.

La distribución de estas fuentes informales tiene directa relación con la condición geográfica de las cuencas, lo que evidencia que la principal fuente de abastecimiento a nivel nacional es el pozo o noria, seguido por las viviendas que se abastecen de camiones aljibes y, finalmente, las que se abastecen por fuentes superficiales como ríos, esteros o lagos. Sin embargo, en algunas de las 26 comunas analizadas, el abastecimiento por camión aljibe es más alto que el promedio nacional, como por ejemplo en zonas rurales de La Serena y Ovalle (zona norte).

Es importante destacar que, desde hace muchos años, existe en gran parte del país el programa APR (Agua Potable Rural), el cual es desarrollado por el Ministerio de Obras Públicas, y cuya misión es “abastecer de agua potable a localidades rurales, contribuyendo al desarrollo económico y a la integración social del país” y lo hace entregando a la comunidad beneficiada la administración del servicio.

Este programa también fue parte del estudio de Fundación Amulén, debido al impacto que genera en la comunidad, a lo extendido que se encuentra en muchos sectores y, particularmente, al alto costo que genera su implementación. Además, porque ha enfrentado también en los últimos años diversos problemas, relacionados con su operatividad en el territorio, toda vez que se han secado a los pocos meses de su instalación.

“La crisis hídrica vino para quedarse y tienen que hacerse inversiones definitivas para solucionar el problema y no tener camiones aljibe durante años”

Para acceder a un APR, las comunidades rurales se organizan y ahorran dinero. Por eso, cuando por fin llega el agua potable al territorio la alegría es grande, pero también lo es la desazón, cuando a poco más de un año de operación, comienzan los problemas o, simplemente, ya no sale más agua. Según el estudio de Fundación Amulén, las fallas en los sistemas de APR, dadas las condiciones de sequía en que se encuentran, no parecen ser atribuibles a una zona geográfica en particular, sino más bien a la cantidad de tiempo en la cual esta condición ocurre.

Pero en este punto, la ex directora de Fundación Amulén, Rocío Espinoza, indica que el problema con este programa de APR también tiene “una estrecha relación con la gobernanza”. Espinoza detalla la cuestión: “Le entregan el manejo a un comité de vecinos, o sea, le entregan una empresa sanitaria a un voluntariado, donde muchos no están preparados para esto. No alcanzan a hacer ni siquiera una planificación del agua que tienen, porque no tienen cómo saberlo, y es por eso que a raíz de este estudio estamos en una campaña de apoyar a las APR, para que puedan realizar, al menos, mediciones de sus pozos”.

“El informe expone un escenario poco auspicioso en cuanto a disponibilidad de agua en las zonas rurales”

“Es entregar herramientas que les permitan hacer control de gestión, de tener todas las mediciones en un sólo lugar, para poder prever lo que se viene. Nuestra conclusión es que la estructura de las APR está subutilizada y podríamos mejorar la eficiencia enseñándoles a gestionar, porque no lo están haciendo y hay que aprovechar esa estructura”, concluye Espinoza.

Por último, el informe también expone un escenario poco auspicioso en cuanto a disponibilidad de agua en las zonas rurales y lo hace, usando como medición el indicador SPEI, que mide las precipitaciones versus evotranspiración, el cual entrega proyecciones de reducción de precipitaciones y aumento de temperaturas para la zona centro sur del país.

Estas indican que, en el largo plazo, las condiciones de disponibilidad de agua para zonas rurales en parte importante de Chile serían más complejas que la situación histórica. La zona desde Copiapó a Los Vilos presenta un déficit hídrico más grande en orden de magnitud debido a la prolongación de la sequía.

Equidad de género en la crisis de agua

Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que la ONU ha definido para cumplir al 2030, se encuentra el ODS 6 del Agua que implica Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Y también el ODS 5 de Igualdad de género, que aspira a Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.

Según esta misma entidad, “las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente”, lo cual vemos también en Chile, donde cientos de mujeres se quedan en el hogar, con el objetivo de abastecer de agua a sus familias, recorriendo a diario grandes distancias para llegar a un río, a una vertiente o a un pozo que les entregue el agua que requieren.

“Las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente en Chile”

Es el caso de Eli y de muchas mujeres de su comunidad, incluyendo sus hijas, las que deben abandonar la escuela para acompañar a sus madres en la tarea diaria de caminar a la vertiente. “Debemos hacer que la gente entienda que el tema del acceso al agua va mucho más allá de un capricho, esto es un tema que va en relación a la pobreza, yo no puedo pedirle a Eli que tenga una labor productiva, si pasa cinco horas del día sólo yendo a buscar el agua, no puede pensar en un negocio, en tener un huerto, o animales, porque el tema va más allá, es netamente mejorar la calidad de vida de las personas”, enfatiza Rocío Espinoza.

“Este estudio dice cosas que son muy evidentes y tenemos que pensar que esto vino para quedarse. Por lo tanto, las inversiones que hay que hacer son definitivas. Hay un punto donde debemos actuar rápido y si hoy no hay agua, llegar con el camión aljibe, pero no podemos tener el camión aljibe por 15 o 20 años, sino que debemos entrar al mundo de las soluciones más definitivas”, agrega Espinoza.

Con el estudio Sequía en Chile: la Brecha más profunda, se busca también, según Fundación Amulén, que “aprendamos a entender qué es lo que está sucediendo en el territorio, en esa esa cuenca, para ver cómo se distribuye el agua”.

En opinión de los autroes, es un modelo que usan muchos países, como Australia, por ejemplo, donde lo que se acumula se distribuye en forma porcentual entre todas las fuerzas económicas del sector. “Hay que tener en cuenta a los microagricultores, pues se adaptan a la realidad del territorio, y complementarlo con innovación, si no, no hay política pública que sobreviva, que resista”, afirman.

Fuente: elagoradiario.com