FIA cierra emblemático proyecto de soberanía alimentaria

Resultado de imagen para soberania alimentaria
Se trata de una iniciativa emblemática, porque que es realizada por pequeños agricultores con respaldo científico y se basa en principios de sustentabilidad y agroecología.

En Coihueco, comuna de la nueva Región de Ñuble, se puso fin a una etapa del proyecto de soberanía alimentaria liderado por la Confederación Campesina Ránquil y la Cooperativa Santa Laura, denominado Rescate, Multiplicación y Resguardo de la Semilla de Maíz Amarillo de Ñuble. En la instancia, Osvaldo Zúñiga, ejecutor del proyecto y dirigente de la Confederación Campesina, destacó y agradeció el apoyo y financiamiento de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura.

En sus palabras, se trata de una iniciativa emblemática, porque que es realizada por pequeños agricultores con respaldo científico y se basa en principios de sustentabilidad y agroecología; defiende el libre acceso y autoproducción de semillas y surge de la cultura, gustos y costumbres alimentarias arraigadas del mundo campesino.

El cierre del proyecto se realizó en el Liceo Politécnico Yira de Coihueco y contó con la presencia de Claudia Suazo y Marcela Arce, directora regional del FIA-Bío Bío y ejecutiva de proyectos, respectivamente; de Osvaldo Zúñiga presidente de la Confederación Campesina Ránquil y ejecutor de la iniciativa; de Erika Salazar genetista de INIA; de los 14 agricultores participantes más otros invitados, y del equipo técnico que lideró lo trabajos.

En la oportunidad quedó en evidencia que se trata solo del cierre de una etapa del proyecto, ya que las conclusiones del seminario de clausura, dieron cuenta que los avances logrados, requieren de nuevos estudios e iniciativas y que el proceso de mejora genética, debe continuar.

Soberanía alimentaria

Soberanía Alimentaria es un concepto más preciso que Seguridad Alimentaria, ya que además abordar el asunto de la disponibilidad de alimentos, implica temas éticos y sociales como la facultad de los pueblos de definir sus políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y protege las economías locales de distorsiones económicas. Según explicó el dirigente Osvaldo Zuñig, van quedando pocas semillas autóctonas disponibles (entre ellas la del trigo rojo, materia prima de las chupallas de Ninhue, también objeto de un proyecto FIA) y el acceso a la genética se va convirtiendo en un negocio de transnacionales que solo apunta al lucro y limita las capacidades de los campesinos de generar sus propios cultivos a un bajo costo, al igual que los fertilizantes y agroquímicos. Señaló que iniciativas como esta, pueden revertir en parte la tendencia, que a su juicio busca erradicar la pequeña agricultura de tierras productivas porque “es molesta para las empresas forestales y los grandes capitales.

Recalcó el acento agroecológico que se le dio, lo que permite independencia y soluciones propias del campesino para fertilizar y controlar plagas, en una forma armónica que no “envenena” la tierra como la mayoría de los agroquímicos disponibles.

Las representantes de FIA, Claudia Suazo y Marcela Arce, felicitaron a los productores y a los equipos técnicos, que cumplieron a cabalidad con esta parte del proyecto apoyado por la Fundación, que consistía en certificar el origen de la semilla de maíz que usan ancestralmente los campesinos que participan en la iniciativa, multiplicar material genético y difundir sus atributos gastronómicos. Hicieron énfasis también la irradiación que tuvo esta actividad de 22 meses, ya que comenzó con 5 productores y terminó con 14, incluyendo al Liceo Politécnico Yira, lo que le da una nueva proyección a través de su carrera Técnico Industrial en Alimentación.

El agrónomo de terreno Felipe Palazuelos, destacó el interés del grupo por incorporar tecnología agroecológica que les permite ahorrar costos y otras externalidades como la cooperación entre pares, pequeñas inversiones prediales y el logro integro de los objetivos. Realizó un resumen de cada etapa de la iniciativa que en sus aspectos más mediáticos contó con dos degustaciones, en la plaza principal de Coihueco, de productos en base a Maíz Amarillo de Ñuble, como pasteles de choclo, humitas, chuchoca, motemey, que fueron difundidas por los medios de comunicación locales y nacionales.

Aspecto científico

La exposición de la genetista Erika Salazar concitó alto interés de la audiencia campesina, al explicar el trabajo científico realizado para la identificación genética del maíz correspondiente a la reproducción de colecciones mantenidas al menos por tres décadas de familias participantes en el proyecto. La profesional, junto a su equipo de INIA, utilizó tecnología como caracterización molecular y morfológica, lo que implicó una larga tarea con centenares de muestras, que dieron como conclusión que en la genética del maíz analizado ésta presente el Maíz Amarillo de Ñuble, el Ocho Corridas y el Curagua, principalmente.

Destacó que el trabajo para elegir un ideal de plantas, en cuanto a tamaño, producción y tipo de mazorcas, fue orientado por los mismos campesinos participantes que determinaron el maíz que requieren, para los distintos usos gastronómicos, como producción de pasta, grano seco o fresco, lo que los involucró en la tarea de mejoramiento genético, y que en la práctica continuarán desarrollando cumpliendo los mismos parámetros que las empresas industriales de semillas. Esto apunta a obtener un producto homogéneo en tamaño, madurez y tiempo de cosecha.

Un aporte extra del seminario de clausura del proyecto, fue la exposición de la especialista en agroecología, Cecilia Céspedes de INIA-Quilamapu, que ha trabajado casi toda su vida profesional en la investigación de esta área, que tuvo una acogida extraordinaria, al dar claves certeras sobre agricultura sostenible, que implican una agricultura más amigable con el medioambiente.

Fuente: Mundoagroecuario