Gracias a las cooperativas se logran los precios que hay

«Gracias a las cooperativas se logran los precios que hay»

El padre del agricultor Manolo Donoso fue confundador de la primera cooperativa en Retamar y décadas después pone en valor los logros de esa unión

Al poco tiempo de hacer la comunión, Manolo comenzó a ir al campo a echarle una mano a su padre en la recolección. Y no había terminado la EGB cuando abandonó el colegio para dedicarse al campo. Ahora con 48 años mira al futuro con prudencia.

-¿Y qué puede hacer un niño en el campo?

-Yo me acuerdo que en vendimia teníamos que faltar a clase quince días, porque había que ir al campo. A coger el tractor o a tupir la uva.

«Si llega el regadío y con el plan de riego se podría cambiar de cultivo en Tierra de Barros» «Ahora hay muchos adelantos, la manera de trabajar es totalmente diferente»

-¿Ha cambiado mucho el campo desde entonces?

-Muchísimos cambios. Ahora hay muchos adelantos, la manera de trabajar es totalmente diferente. Yo me acuerdo un año que llegó la vendimia lloviendo, estuvimos quince días así y había que coger el remolque, estábamos embarrados y no se podía entrar. Ahora con la maquinaria y la forma de trabajar todo es diferente. Hasta el horario, ahora entras a las ocho y a las dos lo dejas si quieres. Antiguamente se echaban muchas más horas en el campo. Hoy hay un tractor para que sulfate una sola persona, con un atomizador. Y aunque la tarea sea a mano, pero es más fácil. Con la maquinaria se ha adelantado muchísimo.

-¿Y la rentabilidad, también ha aumentado?

-Sí, mucho. Ahora se coge mucha más cosecha. Es verdad que luego hay años que lo merece, por los precios, y otros menos. Al campo hasta los cinco años no se le ve el rendimiento, porque los precios varían.

Es verdad que las cosas están más caras, pero han subido los precios. Hay años que se gana más y otros menos, pero la producción es muy superior mucha producción.

-¿También se ahorra con menos jornales?

-Sí, claro, esa es la parte mala, que pierden jornales. Sin embargo, ha habido años que se ha necesitado mucha mano de obra y aquí no la había, así que ha habido que tirar de los temporeros.

-¿La comercialización también ha cambiado desde la época de su padre o su abuelo?

-Gracias a las cooperativas se consiguen los precios que hay. La cooperativa de mi pueblo, Retamar, la fundaron unos cuantos agricultores, mi padre fue socio fundador con mi tío. Para crearla se llamó a la gente de Cortegana, que tenían más tierras, más bodegas y se juntaron. Cada uno aportó lo que podía. Pero ya por entonces había fracasado una cooperativa en Almendralejo por mala gestión y cuando los de Cortegana supieron el día que había que aportar, se echaron muchos para atrás. Se quedaron solo dos o tres y costó mucho levantarlo, pero cuando vieron que funcionaba bien, luego ya querían sumarse a la cooperativa Sagrado Corazón de Jesús. Después ya se creó la cooperativa de aceitunas y se fusionaron. Y hoy en día estamos bastante bien, tenemos una gerencia y una junta directiva muy seria.

-¿Cree que el regadío puede suponer otra gran transformación del campo en la zona?

-Bueno, yo lo veo bien, pero no sé. Lo primero que habría que hacer es parcelar, porque ahora resulta bastante caro. Y quién junta eso, es muy complicado. En Almendralejo están muy ilusionados, ojalá que salga, pero va a resultar difícil. Falta haría, desde luego, porque los pozos de riego se están viniendo abajo. Hay mucha necesidad de agua.

-¿Y el futuro, cómo se ve? ¿Se teme el fin de las subvenciones europeas?

-Si quitan las subvenciones europeas puede afectar bastante, porque ahora con subvenciones vamos tirando. También te digo que lo suyo es que el producto valiera lo que tiene que valer y las subvenciones se quitaran. Ha habido quienes las han aprovechado y quienes no tanto.

-¿Cree que algún día los cultivos en Tierra de Barros puedan cambiarse y dejar a un lado la vid y el olivo?

– Se puede hacer un cambio. Ahora están las cosas así, pero si llega el regadío y con el plan de riego se puede cambiar de cultivo, podría ser.