En La Araucanía, la asociatividad se ha consolidado como una herramienta clave para el desarrollo rural. Desde el Instituto de Agroindustria de la Universidad de La Frontera se destaca el rol de las mujeres en la innovación y la sostenibilidad de sus territorios, apoyadas por los programas FIC-R e AgrocoopInnova, financiados por el Gobierno Regional de La Araucanía y la Fundación para la Innovación Agraria.
Según el director del Instituto de Agroindustria, Luis Torralbo, “las cooperativas lideradas por mujeres tienden a tener una gestión más eficiente y con mejores resultados. Existe una forma distinta de liderar y administrar, más colaborativa e integral, que enriquece el quehacer cooperativo”.
Entre las experiencias destacadas está la Cooperativa de Flores Antumalen, en Agua Santa, integrada por seis mujeres mapuches que han fortalecido su producción de flores gracias a apoyo técnico y a invernaderos de última generación. Su presidenta, Margarita Cheuquelen, señaló que el trabajo asociativo “nos ha cambiado la vida […]. Hoy podemos decir con orgullo que somos empresarias”.
En Vilcún, la Cooperativa Rayen Huencho combina identidad mapuche e innovación mediante tecnologías limpias. Para María Huencho, “el apoyo técnico es fundamental para lograr el éxito […]. Como mujeres cooperativistas asumimos un nuevo rol dentro de la sociedad”.
La Cooperativa Apícola Mishkihue, en Gorbea, ha profesionalizado su gestión desde 2018. Su representante legal, Pamela Pérez, afirmó que las capacitaciones en digitalización “fueron fundamentales para adaptarnos a los nuevos tiempos”.
En Collipulli, la Cooperativa de Trabajo Ayelén surgió en pandemia y hoy genera empleo local. Su representante, Marlen Isla, destacó que el trabajo conjunto les ha permitido profesionalizarse y abastecer a empresas regionales.


