La China confuciana 2.0

Mediático ha sido el despliegue de ayuda china que ha abarcado todo el planeta, suministrando toneladas de insumos médicos, kits para test, cámaras termográficas y ventiladores mecánicos hacia países de todo el mundo. Nuestro país ha recibido una donación de mil ventiladores mecánicos, y China, pareciera hacer valer su compromiso de ayuda a sus principales socios estratégicos en el mundo entero a través de la generosidad y la cooperación plasmada en el espíritu confuciano 2.0; y es que la constante del discurso del Presidente Jinping desde hace una década ha sido el de integración, asociatividad y prosperidad para las naciones, a través de una relación comercial “win-win”, por medio del proyecto “La nueva ruta de la seda”, China y los países que participen de ésta se beneficien mutuamente.

La filosofía confuciana aboga por el respeto, el orden y la ética de comportamiento en los funcionarios de la administración pública, sus dirigentes y los ciudadanos sin que tal orden se impusiera mediante la fuerza, sino en forma natural mediante la educación de sus ciudadanos. En este contrato social, los ciudadanos debían lealtad hacia sus gobernantes, así como sus gobernantes debían cuidar el bienestar de su pueblo; de no hacerlo, el líder perdía el mandato del cielo y era derrocado.

China, luego de haber contenido la primera ola del coronavirus, intenta dar un giro mediático a la coyuntura, pasando desde un desastre nacional hacia un triunfo global; mientras se observa el nefasto manejo por parte de  un presidente soberbio y narciso, China queda como el amigo preocupado y generoso del vecindario.

Hace algunos años, Lee Kuan Yew, ex ministro del interior de Singapur, señaló antes de morir que el espíritu de trabajo en equipo enseñado por Confucio fue el que “ayudó a los países asiáticos a superar la crisis económica de 1997”

¿Habrá un nuevo orden latente, una forma confuciana, inteligente, de encontrar la armonía y sustentabilidad de nuestro planeta en esta etapa post-globalización que se avecina?

Fuente: latribuna.cl