La economía, su dimensión social, humana y solidaria

La economía, su dimensión social, humana y solidaria

La violencia perturba las necesidades. Marx decía que la doctrina predominante ha sido que la producción determina las necesidades y la calidad de vida depende de las posibilidades que tengan las personas de satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales.

La economía es una parte vital en la vida del hombre, que como tal, será su huella permanente independiente de los modelos económicos que se presenten, que de otra parte, asume ciertas posiciones pues la economía se debe mover dentro de la escala de valores, de la escala humana y de los sistemas de capital social haciendo presencia en el ordenamiento de una comunidad.

Como ciencia, la economía sin ser exacta se nutre a través de leyes y principios muy propios. La economía responde a la génesis humana como elemento base para atender la necesidad del hombre de transformar, desarrollar y mantener los bienes que nos han sido proporcionados. Humana y acorde a los principios sociales, la economía no debe monopolizar o concentrar la propiedad de tal manera que cree un desplazamiento o desestímulo  sobre los bienes y servicios, entonces una sociedad con sentido humano se caracteriza por la unión de fuerzas sociales para el bien común, pero muy distintas a la perversidad de las fuerzas de la globalización cuyo común denominador es el crecimiento de la pobreza del lado débil y de la riqueza del lado fuerte.

Se ha criticado que las crisis económicas se deben a los sistemas imperantes del momento, hecho que es motivo de revisión pues no son las teorías o los sistemas los causantes de las barbaries sino la falta de ética de los gobernantes de esos sistemas y del sentido humano de los capitales. Los distintos rasgos económicos por los que ha atravesado la humanidad no han dejado huellas saludables. Unos y otros han desestabilizado el orden social generando procesos individualistas concentradores de riquezas. Ninguna posición económica ha sido capaz de responder ante las necesidades sociales y los derechos del hombre.

La doctrina económica solidaria reconoce derechos de propiedad siempre y cuando esos derechos no desemboquen en abusos, en inadecuados usos de los recursos y la búsqueda de alternativas con orientación responsable. El derecho de propiedad para generar compromiso social debe convertirse en un deber de solidaridad, de responsabilidad social que dé valor a la dignidad y al trabajo humano. El mundo en su totalidad está dado por el equilibrio tanto de la naturaleza como de su composición social, pero el hombre ha roto ese equilibrio generando un descontrol con sus conductas agresivas.

Hoy se habla de una globalización más centrada en lo económico, pero no tiene sentido tal magnitud pues sus bases no se hallan circunscritas a un pacto social para el bien común. Una globalización si busca que todos los pueblos sean parte de procesos solidarios, no puede aceptar que se releguen unos para favorecer otros. La globalización debe buscar fuentes globales de trabajo que combata cualquier economía de mercado que amenace la libertad al trabajo, a la propiedad, a los recursos, a los valores humanos y a toda desigualdad.

La economía ve una expresión social en el hombre, una gestión de relación, de confianza, del compartir necesario para hacer frente a las necesidades sociales y espirituales. Así mismo la economía está en la búsqueda del valor del trabajo humano pues sin éste, ella no sería nada. La economía propende por la ganancia justa que en términos sociales es humanista, considerando de otra parte, la existencia empresarial como comunidad de producción y trabajo al servicio del hombre y la economía solidaria se enmarca en ese espíritu de fuerzas sociales, uniendo capital agrícola e industrial en una sólida entidad cooperativa que democratice la economía, como propuesta sostenible y transformadora donde el eje es la persona humana.

La participación de la economía en el desarrollo social se considerará en la medida de políticas responsables integradas, donde la participación ciudadana esté involucrada, abriéndose espacios culturales, sociales, políticos, religiosos para una convivencia sana y digna. El consumo aliado de la perversa economía de hoy es un modelo del vivir contemporáneo, que se ha venido desarrollando excesiva y peligrosamente con  grandes desfases acompañado de enormes desigualdades erigiéndose como un Dios de los economistas que despersonifica y descalifica la escala de valores, pues el consumo señala que eres persona si estás al día en determinadas modas, vives en ciertos lugares, posees algún tipo de vehículo y bienes o en general si estás a tono de lo que ofrece el mercado.

El consumo crea entonces necesidades donde no las hay, pero si quieres ser superficial debes unirte a esa línea comercial, dentro de una cultura dizque de la libertad, del amor, por lo que tienes o usas y no por lo que eres como persona. La sociedad ha olvidado la ley natural que es precepto por el cual el hombre no debe hacer aquello que le sea destructivo o elimine los medios para conservarla, si tiene en cuenta la ley natural, el hombre en su proceso de transformación hará más alto el objetivo económico del cooperativismo.

Una economía humanista, solidaria hace eco a un sistema financiero de principios éticos donde la usura y el desgreño del mercado financiero no debe tener espacios, donde ningún método de producción y comercialización desigual se alce triunfante y por el contrario sea combatido. Una economía humana y solidaria se conduce por el respeto al trabajo y éste se sublime como un medio para progresar y dignificar al hombre, y se respete el derecho de asociación.

Una economía humana y solidaria protege el derecho al trabajo, de la mujer y a las tareas del hogar y a toda reivindicación de sus derechos. Una economía de este tipo abandera la abolición del desempleo y la lucha para que se mantengan condiciones dignas, seguras, salubres para el trabajo donde la seguridad social no se lesione y se deponga toda acción corrupta imperante hoy.

Las riquezas económicas, la posesión en pocas manos y la protección legal está para realizar una función social al servicio del hombre. Hoy en día vivimos una economía del consumo por una parte y de la crisis por otra, dada por el afán egoísta del hombre. La economía del consumo está haciendo estragos en nuestra sociedad y en el mundo entero generando más riquezas para unos y más miseria para otros.

 El consumismo es una forma como se distorsiona la realidad pues hace que las necesidades vitales se cambien por necesidades efímeras. El universo está dado por un equilibrio integral de naturaleza, clima y orden social, pero el hombre se ha encargado de desequilibrar ese orden violando leyes naturales y sociales estableciendo procesos y políticas destructoras que se ven en las contiendas electorales.

La empresa es una sociedad de capital humano y material donde ambos conjugan responsabilidades para el bien común, para generar trabajo y en su proceso, considera un abanico de vínculos o vasos comunicantes como la tecnología, las finanzas, la cultura, el medio ambiente, el comercio, las comunicaciones, y otros conexos.  La doctrina social nos enseña que acrecentar el sentido transformador del universo constituye la base de todo desarrollo humano y se afirma además que “el hombre está dado para comprender cada vez más su vocación solidaria. Vocación que como otros aspectos de su vida se circunscribe a la moralidad de su conciencia“.

Pero la vocación solidaria se pierde en la oleada de la economía salvaje que aniquila la sociedad en un torbellino de desigualdades. En la lucha global contra la economía predominante que invade sin clemencia, surgen aliados o factores desmoralizantes en lo político, social, religioso, laboral y lo familiar. La Solidaridad social se hace inminente para contrarrestar el desafío del pensar monopolista. La unidad económica está ligada al orden espiritual, orden que no puede ser desconocido y dejar al hombre aislado donde él es actor principal.

La espiritualidad hace trascender para lograr su carácter, ésta en sus dos dimensiones afianza la conciencia para que ella transite por sendas de transformación al servicio del hombre, atajando las desviaciones sociales generadas por el egoísmo y los afanes de riqueza.

El mundo necesita socializar la economía. El sistema económico perversamente imperante debe cambiar y ceder para que la humanidad pueda convivir de manera armónica y saludable, relegando la economía de la riqueza y la explotación por un sistema solidario, ya que el hombre se realiza en lo colectivo y no en el capitalismo salvaje que es sistema individualista tal como hoy se concibe.

No cabe duda que el capitalismo exige una revisión a fondo en todos sus contextos individualistas, neoliberalismo, expansionismo, fomentador de poderes minoritarios y de la globalización   concentradora y exportadora de riquezas, de ideas, de pensamientos, de sistemas que impiden la colectivización. 

La economía como ciencia social integra al hombre por su contexto de llevar a cabo actividades productivas donde se enfrente a sí mismo y generar un diálogo integrador para obtener un mismo fin. Desafortunadamente, la economía compite de manera egoísta, pues los sectores productivos como integrantes de un sistema desigual agrede el bien común frente a sus propios intereses.

La economía junto con el poder gubernamental y político deben ser instrumentos para fundamentar un equilibrio y un orden social, pero estas dos fuerzas en la actual y compleja civilización conjuntamente con otros instrumentos sociales son agresivos al bienestar social y repudian toda acción humanista que propicie procesos colectivos de unidad y convivencia. Un freno a estos despotismos lo será un derecho social en un estado social que libere y controle las inversiones y los mecanismos arbitrarios basados en la solidaridad.

Urge acelerar ese compromiso social que viene diciéndonos propiciar acciones conjuntas para solucionar los problemas que el hombre mismo ha creado como la violencia, la corrupción, el desgreño de los gobiernos y de otros organismos sociales, el inadecuado uso de los recursos, la falta de control y el ejercicio de una justicia acorde con los principios, los valores y los derechos fundamentales.

Lo colectivo es la suma de esfuerzos humanos y de recursos naturales para el bien común. Todos los seres estamos sometidos a procesos de socialización. Desde la familia se aprende el ejercicio solidario haciendo posible la realización de las condiciones dinámicas de la vida social. Esta característica hace posible construir instituciones sociales donde se hace efectivo el trabajo para la transformación. 

Es un deber moral y civil luchar contra métodos económicos y políticos que vayan a consolidar dominios o abusos y monopolios de los medios productivos. Es necesario impedir los procesos anclados en la explotación del hombre por el hombre. Esta práctica hay que combatirla con una ética social y una cultura política que integre equilibrio social, equilibrio que se expresa en sistemas de desarrollo sostenible, gestión y control de la economía llamada por algunos como el capitalismo social con conciencia social que rompa toda esquema incoherente entre lo que se dice, se hace y lo que debe ser. 

Hay necesidad de cambiar los paradigmas con base en una gestión económica y política presionando nuevos procesos globales transparentes con leyes sociales que promulguen orden, respeto y un amplio sentido de enriquecimiento humano estableciendo relaciones armónicas.

Frente a los hechos despóticos que sacuden al mundo, a nuestro país como lo es el caos, las crisis y la corrupción siempre estamos observando su generalidad con tal forma que nos conformamos siendo indiferentes, sin hacer nada, por rebelarnos o denunciar.  ¿Por qué no nos adentramos a conocer las causas en profundidad generadoras de esos hechos? ¿por qué esas causas son ocultadas mediante sofismas de distracción por quienes ejercen el poder político, económico y social?. 

Acompañemos este discurso con un planteamiento agudo del asunto, pues vivimos en una época trascendental, lo cual significa que los cambios de paradigma no solo son necesarios, sino imprescindibles. No hay que olvidar que América Latina ha aprendido a costa de mucho dolor, que si en el país de los ciegos el tuerto es rey, en las sociedades enfermas son los necrófilos, los que detectan el poder.

Con qué visión social vislumbró Bolívar lo que nos sucede hoy señalando que un verdadero sistema político es el que genera mayor felicidad, mayor seguridad social y mayor suma de estabilidad política. El pensamiento bolivariano buscaba encauzar el cambio social en beneficio del país y la formación de nuevos procesos colectivos para crear una sociedad comunitaria.

Fuente: proclamadelcauca.com