NADA ES CASUALIDAD: LA FUERZA DE LA ORGANIZACION

Nada es casualidad: La fuerza de la organización

Hoy el discurso que satanizaba los derechos laborales y que ubicaba al artista como un ser etéreo, sin necesidades mundanas, está quedando atrás. Las personas que pensaban que imponíamos una doctrina absolutista, hoy comienzan a entender que nadie está siendo obligado a ser lo que no es, que nadie está siendo obligado dejar de ser artista por ser trabajador.

Hace unos días leía sobre las demandas de los trabajadores de la ciencia, los que justamente reclaman hoy con fuerza su derecho a contrato laboral. He seguido atentamente sus comentarios ¿Por qué? Porque nada es casual.

Este año particularmente ha sido clave para ver efectos concretos de nuestro trabajo sindical y me lo recuerdan hoy dos hitos: la postulación a fondos y la Muestra de Dramaturgia Nacional.

Porque después de años de negación, diciéndonos que era imposible lo que solicitábamos (simplemente respetar los derechos laborales de los artistas y trabajadores del arte) hoy vemos esfuerzos concretos desde el CNCA por transformar para siempre la realidad de los trabajadores (de todas las áreas).

Presenciamos una Muestra de Dramaturgia -dirigida en esta versión por Aliocha de la Sotta y Jaime Lorca- que tiene contratado a cada uno de sus trabajadores que se encuentran bajo subordinación y dependencia, y a Fondos del Estado que consideran de manera explícita la contratación laboral, con un formulario diferente en materia de contratación, un instructivo al respecto y charlas, las que buscan que en el caso de que exista subordinación y dependencia haya contrato laboral (de acuerdo a la labor y al régimen de trabajo) y además, algunas instrucciones significativas para el período de evaluación, por ejemplo que los jurados no puedan juzgar los montos de los sueldos asignados a su antojo, a lo que agregaría la solicitud de mirar los respectivos tarifados sugeridos de las organizaciones.

Quiero insistir en que todos estos hechos no son casualidades, no son fruto de que un día a una persona se le ocurrió la brillante idea de respetar los derechos de los artistas. Es el resultado de una solicitud concreta de organizaciones, como la nuestra, que han hecho un trabajo sistemático, que han analizado el panorama actual, que han presenciado graves accidentes laborales sin seguro, difíciles enfermedades sin FONASA, que gestionan año a año pensiones de gracias para los suyos y que, movidos por la convicción de protegerlos, a veces a pesar de ellos mismos, nos hemos sentado a la mesa una y otra vez hasta llegar a un acuerdo. Claramente no hemos llegado al ideal, estamos comenzando este cambio, pero no podemos decir que no hemos avanzado.

Hoy vemos, aunque no sea popular reconocerlo, que en esta materia existió una voluntad política real, que se convenció de que esto era posible, incluso con un marco jurídico adverso (Plan Laboral) porque esto no se trata sólo de poner una norma que exija, obligue y asfixie al postulante, sino que se haga cargo de entregar información y formación. No olvidemos que, tal como señala el proyecto Trama en su estudio “El escenario del trabajador cultural en Chile”, el 70% de los trabajadores de las artes desconoce sus derechos, por lo que nos corresponde seguir impulsando un cambio cultural en torno al trabajo artístico, valorar la labor y el aporte de estos trabajadores, cambiando incluso las nociones en materia de remuneración.

Hoy el discurso que satanizaba los derechos laborales y que ubicaba al artista como un ser etéreo, sin necesidades mundanas, está quedando atrás. Las personas que pensaban que imponíamos una doctrina absolutista, hoy comienzan a entender que nadie está siendo obligado a ser lo que no es, que nadie está siendo obligado dejar de ser artista por ser trabajador.

Reconozco que actualmente existe disposición y compromiso donde antes no la encontrábamos, pero esto es fruto de diversas estrategias, con alegría comprobamos cómo diversos actores sociales se han hecho parte de demandas sectoriales que nos ayudan a todos, como nuestra solicitud al Ministerio del Trabajo por eliminar el 145 L (doble tributación de la contratación de los trabajadores de las artes y el espectáculo), el que cada día avanza en su concreción definitiva; nuestro anhelo por la visibilización de las cooperativas como figura asociativa que permita la formalización del sector artístico, como las compañías de teatro; y sobre todo, ver cómo existió concordancia en la demanda que hicimos el año 2014 en el ex Congreso, frente a la comisión de cultura de la Cámara de Diputados y que ya está plasmada en el proyecto de Ley que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, para que este tuviera como categoría fundacional el garantizar el derecho a la cultura de los ciudadanos.

Esperamos, pero no sentados, que en este camino de consolidación siga la ley sectorial que crea el Instituto de Artes Escénicas, proyecto que es fruto de un trabajo asociativo inédito entre las organizaciones.

Nos corresponde entonces reconocer que cuando los esfuerzos son consistentes y coherentes se pueden dar pasos sólidos, que seguramente no dejarán contentos a todos, pero que demuestran que la fuerza de la organización es fruto del trabajo colectivo y no de la casualidad.

Andrea Gutiérrez
Presidenta Sindicato de Actores de Chile
SIDARTE

FUENTE: EL MOSTRADOR