¿Qué son y no son las Empresas B? Acercando posturas y derribando mitos

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Gonzalo Muñoz
Cofundador de SistemaB y CEO de TriCiclos

El Domingo recién pasado se pudo leer en este diario una brillante editorial a raíz de la invitación que hizo la CPC a “reflexionar sobre los impactos de escándalos que han remecido el país y que han causado problemas no sólo a las empresas involucradas, sino que ha puesto en entredicho el rol mismo de los empresarios y del sistema de economía de mercado en que operan”. En dicha editorial se menciona “cuán importante resulta el que los empresarios tomen conciencia de los daños que sus respectivas empresas pueden ocasionarles las malas prácticas. Y como las deliberaciones de Las Majadas pueden arrojar luz sobre determinadas fallas empresariales, por ejemplo en el trato a los proveedores, en los sistemas de incentivos para sus ejecutivos y en la temprana consideración de los intereses de las comunidades en las decisiones de inversión”.

En SistemaB llevamos 5 años reforzando la conclusión en cuanto a que la forma de hacer negocios cambió, y por lo tanto resulta urgente que toda empresa aprenda a medir sus resultados socio ambientales con la misma rigurosidad con que mide los financieros. De eso se trata la propuesta de las Empresas B. No se trata de empresas perfectas, ni de empresas que sólo atienden comunidades vulnerables o que trabajan exclusivamente modelos de servicios ambientales. Cualquier empresa del mundo puede y debe adquirir esta capacidad de medir aspectos que hasta hace poco era zonas ciegas para la gestión. Y si además de aprender a medir estos impactos, la empresa decide comprometerse y comunicarlo, entonces una buena opción para hacerlo es a través de la certificación B. Probablemente no todas las empresas pueden o van a querer certificarse como B. Lo que si esperamos ocurra es que toda empresa aprenda a medirse y gestionarse incluyendo propósito, “accountability” y transparencia más allá de los aspectos financieros. De eso se trata la nueva economía que está siendo construida por grandes empresas (y algunos líderes gremiales brillantes) y también por emprendedores y empresarios de menor porte. Eso es lo que propusieron desde la década de los 70 empresas emblemáticas como Patagonia, Natura, Ben &Jerry’s oTheBody Shop. Una forma de hacer negocios donde nos atrevemos a hacer preguntas difíciles respecto de nuestras prácticas sin esperar a que la consulta venga desde un legislador o un cliente.

En definitiva queremos demostrar que no hay contradicción alguna entre hacer negocios y querer mejorar el mundo. De hecho nos parece que “Negocios sustentables” debería ser una redundancia, donde ya no cabe esta caricaturesca tensión en que por un lado están los emprendedores hippies, y por otro lado los capitalistas despiadados. El mundo que necesitamos también lo están construyendo personas de negocios bien intencionadas, que han ido adquiriendo distinciones que no siempre fueron evidentes; y por lo tanto ahora están aprendiendo a colocar los incentivos de corto y largo plazo de forma tal que el resultado sea un bienestar durable y compartido. Esas personas muchas veces se sienten incómodas de abordar estos temas en ambientes de negocios tradicionales, como son algunos directorios. Dicen que todavía están solos, aunque ya me ha pasado que en un mismo directorio descubro como ese es el discurso de cada uno de los integrantes cuando hablo con ellos a solas. Parecen estar haciéndose trampa en el solitario por no atreverse a manifestar esta preocupación que a ratos es una válida sensibilidad y a ratos la mejor de las estrategias de negocios. Si creen no tener piso entre los socios, entonces atrévanse a dar el paso. Creo que el resultado va a ser mayoritariamente positivo.

Ahora bien, me parece importante derribar mitos respecto de las Empresas B, ya que no se trata de empresas santas ni perfectas. Todas ellas tienen enormes desafíos y ámbitos donde pueden mejorar mucho, independientemente de su rubro o tamaño. Por ello mismo es que la vara para certificarse está en los 80 sobre un máximo de 200 puntos. Algunas de ellas tienen prácticas ejemplares en ciertos ámbitos, y están enfrentando desafíos concretos para mejorar en otras áreas. Algunas de ellas han logrado un desempeño muy destacable desde su creación, y ahora les toca demostrar que pueden crecer preservando esa integridad.

Muchas veces nos han preguntado si son empresas que no reparten dividendos o si no tienen fin de lucro. No es así. Son empresas con fin de lucro (no son ONG ni fundaciones), y como en cualquier empresa, el destino de las utilidades lo definen los accionistas, a menos que estos definan algo diferente.

Otra pregunta habitual es si es un modelo destinado sólo a empresas que trabajan en sectores vulnerables o en servicios ambientales. La respuesta es que hoy existen empresas B en más de 130 sectores, muchos de los cuales son tan tradicionales como panaderías, estudios de abogados y servicios de transportes.

Hay quienes creen que entre las empresas B existe un límite de veces entre el sueldo máximo y el sueldo mínimo. O que tiene que existir paridad de género. O que son carbono neutras. La verdad es que esas son buenas prácticas que pueden ser parte de lo que hace la empresa, o bien puede ser una aspiración de una potencial mejora para el futuro. Lo mismo ocurre con la inclusión; actualmente las empresas B tienen la aspiración de ser más inclusivas, pero la verdad es que siguen siendo un grupo que más bien refleja una determinada elite económica. De igual manera ocurre que la mayoría de las empresas B son de pequeño o mediano tamaño, y están compuestas por personas jóvenes. Esto sólo se debe a que hay personas y empresas a las cuales les resulta más rápido y natural asimilar esta forma de hacer negocios; pero en ningún caso la aspiración es dejar el modelo restringido exclusivamente a ese grupo. La idea es ayudar a redefinir el éxito en los negocios. En todo tipo de negocios. Y reitero que sabemos que certificarse como empresa B no es la única forma de hacer el bien en el sector empresarial. Lo que diferencia a las empresas B es el grado en que comunican su compromiso y como lo hacen transparente y exigible. Lo importante por lo tanto es que entendamos los desafíos, declaremos nuestro compromiso, apliquemos las mejores prácticas, y midamos el impacto. De esa forma estaremos invirtiendo en consistencia, que es lejos la mejor forma de aspirar a la sustentabilidad. Y es que los trabajadores necesitamos este paso al frente, ya que hemos visto que la incoherencia produce depresión.

En SistemaB estamos felices de abrir estas conversaciones con quien quiera aportar a la creación de una nueva economía, donde el éxito se mida por el bienestar de las personas, de las sociedades y de la naturaleza.

Fuente: Economíaynegocios