Sería impensable el mundo agrario sin el cooperativismo

¿Cómo ve la evolución del mundo del cooperativismo en los últimos años?Ha evolucionado favorablemente. El cooperativismo está presente en todas las ramas de la actividad económica: la agricultura, la industria, la construcción, los servicios, la economía del conocimiento… Es un sector consolidado en la economía valenciana. Hemos pasado una durísima crisis en la que el empleo en las cooperativas se ha destruido menos de la mitad de lo que se ha destruido en el conjunto de la economía. Ha pasado porque las cooperativas se crean allí donde hay necesidades colectivas de grupos sociales concretos. Las empresas capitalistas tradicionales se crean donde hay oportunidades de negocio. Las cooperativas se desenvuelven en el mercado y han de procurar que esas necesidades colectivas de grupos sociales se satisfagan a través de la búsqueda de oportunidades de negocio. Pero la búsqueda de oportunidades de negocio es un instrumento para resolver esas necesidades. Es decir, las cooperativas resisten mucho mejor, por su sistema de gobernanza y por su vinculación al territorio, las coyunturas desfavorables. Nacen y mueren como todas las empresas pero no se deslocalizan y no dejan de funcionar porque la tasa de rentabilidad durante unos años descienda. Una cooperativa puede fracasar, pero no será deslocalizándose. En las cooperativas agroalimentarias, los agricultores no van a deslocalizar su empresa y llevársela a otro país.¿Son las cooperativas una solución a la crisis del campo?Sería impensable el mundo agrario sin el cooperativismo. El poder de mercado que tienen los grandes intermediarios es muy superior al que tienen los agricultores individuales, incluso superior al que tienen las cooperativas agroalimentarias, que lo que hacen es tratar de contrarrestar ese poder de mercado. Es verdad que el problema de la agricultura no es solo esta asimetría. Hay un problema más complejo en la cadena de valor. Han cambiado los hábitos y la gente consume productos cada vez más elaborados. Es decir, ahora mismo la proporción de alimentos frescos que se consumen directamente, sin tener ninguna transformación, no para de descender. Ocurre que muchas de las rentas del sector agrario se externalizan en la cadena de valor por parte de quienes desarrollan esos procesos de transformación agroalimentaria. La solución para contrarrestar estos desequilibrios tan flagrantes en el mercado consiste en que las cooperativas agroalimentarias se introduzcan en esa cadena de valor y realicen actividades de transformación agraria. Esto es costoso, desarrollar una industria agroalimentaria es costoso, y por eso se requiere una mayor concentración de las cooperativas y un mayor apoyo del sector público, porque el sector agroalimentario es un sector estratégico en cualquier país.¿Qué sectores son más proclives al cooperativismo? El de la economía del conocimiento, que se basa fundamentalmente en el capital humano que desarrolla una tecnología. El cooperativismo es impulsado en general por grupos sociales cuyo punto fuerte no es la posesión de capital financiero.¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles de las cooperativas?Los puntos fuertes están en el sistema de valores que se traducen en un sistema de gobernanza participativo y en la asunción de riesgos por parte de los promotores de la cooperativa. Es decir, un empresario capitalista puede no tener interés en invertir en el medio rural, mientras que los ciudadanos que viven allí tienen más capacidad de canalizar pequeños ahorros, capitales dispersos. Pero, al mismo tiempo, los puntos débiles están en los déficits crónicos de financiación.¿Cómo puede paliarse esa falta de financiación? ¿Se necesita más apoyo público?Es un tema que preocupa desde siempre al cooperativismo. Hay que buscar medidas de política pública que compensen los costes sociales que las cooperativas asumen. Para estar en igualdad de condiciones en el mercado, no para tener una situación privilegiada. Porque las cooperativas no se localizan allí donde se dan las condiciones óptimas desde el punto de vista de los costes, sino donde hay problemas humanos, aunque no haya carreteras o escuelas. Eso es internalizar costes sociales, que se miden en dinero, y que hace que los productos salgan al mercado más caros, no por incompetencia de la empresa, sino porque asumen los costes sociales que las empresas privadas capitalistas no. Estas son más proclives a externalizar costes privados. Y hay que tener en cuenta que la financiación y los tipos de interés para la pyme y la cooperativa de las entidades financieras puede estar 8 o 9 puntos por encima de los tipos de interés para la financiación de las grandes corporaciones industriales. Esto hay que compensarlo.¿Ha cambiado algo la política del Consell respecto a las cooperativas?Parece que se nota una mayor sensibilidad. Sí que hay un plan de la Generalitat y es una excelente intención pero no veo una dotación de recursos espectacular. Corren malos tiempos para incrementar los presupuestos por la infrafinanciación, pero hace falta una actuación más decidida. Y luego hay cosas que no dependen de la Generalitat, como la política fiscal.¿Penaliza la política fiscal?De alguna manera sí, a las cooperativas y a las pymes, porque las cooperativas son empresas a las que les resulta muy difícil hacer deducciones fiscales sobre la base imponible.¿Se mira más al cooperativismo ahora que se lleva lo de las empresas con valores?El cooperativismo se ha revelado como un sector económico capaz de compensar desequilibrios. Lo que está demostrado es que el mercado no se autorregula solo y genera desequilibrios sociales, y el cooperativismo juega un papel compensador. Ahora se habla mucho de la responsabilidad social empresarial. Hay empresas que asumen esto como un gran valor y otras en las que es puro marketing. La responsabilidad social ha nacido con el cooperativismo.¿Cuáles son las cifras del cooperativismo en la Comunidad?El saldo es positivo. Las cooperativas con sede aquí generan casi el 18% del empleo directo existente en las cooperativas españolas.

Fuente: elmundo.es